Por Roberto Machado
Con la llegada del Coronavirus al continente americano y la eventual caída o aplazamiento de los eventos beisboleros, incluyendo a las mismísimas grandes ligas, algunos tuvimos la ingenuidad de pensar que la TV cubana y su Tele Rebelde iba a tener una posición más agresiva y pro-beisbolera en su programación. Pero como buenos cubanos, no hemos aprendido y seguimos tropezando con la misma piedra, no dos, sino cinco y seis veces.
Viva el Fútbol, es lo que más hace hoy la programación de Tele Rebelde, destinada además durante los horarios vespertinos a la transmisión de las muy necesarias teleclases, dado el hecho de que de no hacerlo todos los niveles de enseñanza en Cuba entrarían en total parálisis. Teniendo en cuenta los niveles etarios y la posible prolongación de esta compleja situación, podría haber daños irreversibles para el aprendizaje y desarrollo intelectual de las jóvenes generaciones de no implementarse las medidas que el gobierno cubano aplica respecto a la educación.
Pero quedan esos espacios, dedicados al judo, al baloncesto, al atletismo, al ciclismo, y claro, al fútbol, fútbol, fútbol y más fútbol europeo, que hacen un daño horrendo a lo poco que queda de la maltrecha e injustamente vilipendiada pelota cubana. No es que se esté efectuando ningún evento, pues el planeta y el mundo del deporte en estos momentos se encuentran en una pausa que parece tener pretensiones de quedarse con nosotros como aquel visitante indeseado que no abandona nuestra casa y parece encontrar a cada segundo un pretexto para extender su estancia.
Entonces, ¿qué hacen los tecnócratas de la televisión cubana?
¿Rescatar esos juegos clásicos como aquel famoso encuentro de Parma en 1988, o la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92 o Atlanta ’96, o aquellos tres partidos trepidantes de cuartos de final, semifinal y final de los Juegos Panamericanos de Winnipeg ’99, o el tope con los Senadores de San Juan en 1993, o los dos matches contra los Orioles de Baltimore en 1999, o aquel espectacular encuentro en que Yulieski Gurriel y Kendrys Morales le descongelaron un encuentro a Brasil en 2003?
Noooo, ¡para nada! Demasiados “traidores” involucrados. Orlando “El Duque” Hernández, Osvaldo Fernández, René Arocha, Antonio Pacheco, José Ariel Contreras, Alberto Hernández, Maels Rodríguez, Andy Morales… es demasiado para ellos.
Es demasiado para ese falso orgullo y patriotismo (más falso todavía, llamémoslo más oportunismo que otra cosa).
Ya tuvieron una gran victoria en diciembre cuando se deshicieron del único programa de la televisión cubana que en realidad hacía algo por la historia y la pasión beisbolera en el país: Béisbol de Siempre.
Su director y conductor, Yasel Porto, junto con un equipo totalmente diverso, fueron condenados al ostracismo de la noche a la mañana, y sufrieron pocos días después el golpe de la muerte de Ismael Sené, el gran sabio de la pelota cubana. Pese a todo lo que se dijo en las redes respecto al tema, NADIE de la prensa televisiva salió en defensa de Porto o Béisbol de Siempre… ¿no les parece sospechoso?
Resulta inverosímil que en tantos años de trabajo no se haya hecho de ningún amigo o simpatizante en los medios, a menos que hayan primado las amenazas sobre los posibles defensores. Con Béisbol de Siempre cayó el último bastión que le quedaba al deporte nacional en las pantallas de casa, todo lo demás es, con todo respeto, demasiado “cuidadoso”.
En momentos en los que se necesita que la gente se quede en casa, pero más que nada, que haya una unidad entre no solo los cubanos, sino todos los ciudadanos de este planeta en sufrimiento, los burócratas de la televisión cubana apuestan más por seguir fomentando el divisionismo, la distancia, el odio y la mutilación de la historia y la identidad de la patria.
Lo peor de todo es que lo han hecho todo de manera intencional, abierta, desfachatada y han quedado impunes… lo han hecho pese al rechazo de los fanáticos del deporte en las redes, pese a las críticas de varios entendidos de la materia en distintas plataformas.
Y siguen ahí, envenenando a la juventud cubana con un deporte más comercial y superficial que el béisbol de grandes ligas que tanto critican y sabotean, regalando a los jóvenes héroes importados que nada tienen que ver con ellos y peor aún, cuyos ejemplos no podrán seguir.
Al mismo tiempo, van sacando de su camino—no sabemos por qué razones—a un deporte que está tan ligado a la historia del país que ha modificado el lenguaje del cubano y sirve como referencia para las personas del resto del mundo.