Por Alexander García
Si bien terminó arriba, ganando incluso su último partido, sobrepasando los 30 éxitos y dejando con las ganas a su afición y a los demás fanáticos del béisbol en Cuba, los Tigres de Ciego Ávila fueron sin dudas el equipo que quedó a deber en esta Serie 60.
Y digo quedó a deber y no hablo de decepción porque los casos de Guantánamo y Artemisa están ahí para darnos duro en la cara y mostrar el mal trabajo que se hace en esas provincias o también el caso de Villa Clara, que si bien no tenía bateo, contaba con buen pitcheo; sobre todo tres abridores de puntería, Freddy Asiel Álvarez, Alaín Sánchez y Pablo Guillén; lanzadores de probada calidad y con los cuáles se podía aspirar a un gran resultado.
No hablo de decepción y me refiero e ellos como un equipo que quedó a deber, pues por nómina, desde los receptores hasta los lanzadores, los Tigres debían de estar ahora mismo clasificados o, al menos, luchando un puesto en la postemporada. Todavía resulta extraño mirar la tabla y verlos tan lejos.
No es menos cierto que esta es una temporada única y que la preparación para la Serie Nacional no ha sido igual pero, señores, hablamos de un equipazo, un equipazo así mismo, ya que para el nivel que tiene esta pelota, Ciego de Ávila debe imponerse y sostener un average positivo de victorias y derrotas.
Desde Vladimir García, Yander Guevara y Dachel Duquesne, hasta hombres como Yorbis Borroto, Abdel Civil, Rubén Valdés y Osvaldo Vásquez, los Tigres debían haber topado al menos la octava plaza; pues son la base de una generación que ha ganado tres campeonatos, que saben de sobra jugar sin presión, que conocen los vericuetos de este béisbol, en fin, por mucho que quieran explicar, me resulta difícil entender que no estén.
Si bien es cierto que comenzaron jugando fuera de sus predios debido a la situación impuesta por el Covid 19, no es justificación, pues Pinar también empezó así, con peor balance incluso y pudo revertir la dinámica perdedora, jugando buena parte de sus partidos en el Cándido González.
También cabe señalar que todos los elencos, de un modo u otro se vieron envueltos en situaciones similares o peores, Industriales, Mayabeque y rindieron una soberbia temporada o los Gallos de Sanctis Spíritus y quedaron en primer lugar.
De igual modo, se habla de que fue el primer año de Yorelvis Charles pero igual no es un argumento sólido, pues Charles siempre demostró sapiencia y señore,s hablamos de un equipo con herramientas suficientes para sortear cualquier escollo, más cuando aparecieron hombres como Luis Marrero y un renacido Arnaldo Rodríguez o cuando Yander rindió una buena temporada.
¿Qué pasó? ¿Qué incidió en el resultado? ¿Mala dosificación de las cargas en el entrenamiento? ¿Deficiente preparación de los peloteros?
Hay momentos en los que parece que fue una cuestión de tiempo, que si la temporada se hubiera alargado a los 90 juegos, los Tigres hubieran clasificado, pues desde que reaccionaron en el último tercio del certamen siempre estuvieron con tendencias ganadoras.
Lo cierto es que Ciego de Ávila, para muchos el mejor equipo de los últimos diez años, hablando en materia de títulos; lo cierto es que Ciego no estará en la fiesta de los playoffs y eso es algo que se extraña pues en verdad le daban siempre un toque diferente a la competencia.
Por ahora, solo resta esperar y que en la Serie 61, los Tigres regresen a los lugares de privilegio, pues hablamos con todo el crédito de uno de los grandes símbolos de la historia reciente de la pelota cubana.
Nos vemos a la vuelta.