Por Gian Franco Gil
El último out que se consiguió en el encuentro entre los Astros de Houston y los Mellizos de Minnesota, detenido por el deterioro de las condiciones climáticas para jugar al béisbol, estuvo protagonizado por el cubano Yordan Álvarez, quien demostró no solo tener herramientas ofensivas.
Yordan Álvarez está listo para ser el dueño del jardín izquierdo en la franquicia texana –pensé mientras chocaba con los colchones del “Target Field”-. Por sus condiciones físicas, el poder de su swing y la productividad de su madero, la dirección de los astronautas lo ha colocado en 115 juegos como bateador designado.
Sin dudas, las principales exigencias sobre el tunero en las Grandes Ligas de Béisbol se dirigen hacia el rectángulo de bateo. Cada turno suyo depara una pertinaz preocupación en el lanzador rival y enciende las esperanzas de fabricar carreras en el banco “Sideral”.
En tanto, la juventud de Álvarez, unido a sus deseos de aportar al conjunto en cada departamento del juego, lo lleva a lucir bien en cada lance que defiende. Incluso, su guante es capaz de acaparar los principales reflectores en los estadios, logrando fildeos como el de este miércoles; a la altura de los mejores defensores de la Gran Carpa.
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Los Astros llegaron al final del tercer episodio con diferencia de 5×1 en el marcador. El hombre encargado de defender dicha ventaja era José Urquidy, quien desde la lomita de los suspiros se empeñaba en ahogar las esperanzas de los Mellizos de igualar el encuentro. Mientras, la imprevisible naturaleza amenazaba con detener las acciones.
El exjugador de los Yankees de Nueva York, Gary Sánchez, llegó al cajón de bateo con las intenciones de acercar a su conjunto en la pizarra. Urquidy se complicó en sus envíos hacia el plato, regaló par de bolas y acomodó al bateador. El serpentinero seleccionó su recta para marcarle el primer strike al bateador, pero el receptor lo adivinó y envió a lo profundo entre los jardines izquierdo central.
La esférica, por un momento, parecía llevar dirección de jonrón, entraban dos carreras para los locales y la distancia a recortar era menor. Todo el sueño de los Mellizos -que duró pocos segundos- fue frustrado por una gran atrapada del “Ébano de Las Tunas”. Saltó, estiró su brazo izquierdo, chocó contra los colchones, cayó al suelo, pero evitó la carrera y decretó último out del inning y de la noche en Minnesota.
Por otra parte, en 61 juegos efectuados, antes de iniciar la jornada nocturna, acumulaba en el jardín izquierdo 82 lances capturados, de ellos tres errores y cinco asistencias, dejando un promedio defensivo de .963.