Por Milena Silva
Nos conocimos cuando yo estaba en la secundaria y ella estudiaba en el Pre. Ya yo llevaba varios meses viviendo en ese barrio, y aunque su casa estaba a 2 cuadras de la mía, nunca nos habíamos visto. Apelando a la memoria, creo que empezamos a coincidir por la mañana en la parada de la guagua, ambas vestidas de uniforme y con la relajación marcada en el rostro de quien sabe que lo mismo estaría allí 10 minutos que 2 horas.
El día a día en la misma situación nos hizo acercarnos lógicamente, y creo que no necesitamos ni diez palabras para caer en el tema que luego nos hizo amigas y nos unió durante muchísimos años… la pelota.
Por supuesto que ambas éramos fans de Industriales. Manejábamos los nombres y los números de los peloteros con la misma naturalidad que lo hacíamos con las asignaturas de la escuela o los grupos musicales del momento.
Valle, El Duke, Germán, Vargas, Javier, Padilla, Cabrejas, Ferreiro, Colina, Euclides, Arocha o De la Torre… cualquiera de esos nombres vivía en nuestras bocas.
¿Qué si fuimos al Latino juntas? Pues claro. Y no una, sino varias veces. Tuvimos días de volver con risas y otros de volver bien tristes. Sí, aunque algunos no lo crean, antes se salía triste de los estadios de pelota en Cuba. Tristes, en silencio y hasta te duraba días aquella tristeza.
Recuerdo en el 92 aquella amarga final de Selectiva…los innings pasaban y la pizarra no cambiaba. 10×1 perdimos ese día y ni pensar en irnos por eso… al contrario, por poco hasta nos «machucan» a las dos en la bronca que se formó después… todo por querer estar entre los que deseaban compartir el dolor.
¡Qué día aquel!
¡Cuántas pasiones!
Así era antes.
Después la vida nos separó. Yo me volví a mudar, ella también, trabajo, hijos…en fin.
Hace como un año me escribió por Messenger porque me encontró en Facebook y ahí nos pusimos al día. Hablamos de todo como antes, pero ya no hablamos de pelota…Ya no.
Cuando le toco a ese tema, las tantas y tantas horas aquellas se redujeron a una sola frase:
“Es que ya eso no sirve Mile.”