Por Juan Páez
La inmortalidad es el sueño de cualquier pelotero. Llegar al Salón de la Fama y tener una placa junto con la realeza histórica del béisbol en Cooperstown es el anhelo de cada hombre que pisa un terreno de la Gran Carpa e incluso de cada niño que aspira con llegar al mejor béisbol del mundo.
Hasta ahora, son verdaderamente pocos los jugadores latinos que se encuentran entre los mejores jugadores de todos los tiempos inmortalizados en el Salón de la Fama. Son pocos, igualmente, los inmortales que no nacieron en Estados Unidos, nación que es señora y dueña del juego.
Pero veamos la lista de peloteros NO nacidos en tierra estadounidense que hoy tienen su lugar imborrable en el pabellón de las leyendas. Comencemos país por país.
Cuba (4)
La representación cubana de todos los tiempos solo tiene a un miembro que pasó al Hall of Fame por su desempeño específico en las Grandes Ligas. Ese es Atanacio “Tony” Pérez, miembro inolvidable de aquella memorable Gran Maquinaria Roja que armaron en forma de dinastía los Rojos de Cincinnati durante entre los años 60 y 70.
Pero hay otros tres cubanos que integran el grupo de 27 jugadores exaltados por su paso por las Ligas Negras: José de la Caridad Méndez, Cristóbal Torriente y el legendario trotamundos Martín Dihigo, el «maestro».
Puerto Rico (4)
Puerto Rico ha sido uno de los semilleros más grandes de talento para foráneo para la Gran Carpa. Todo empezó con Roberto Clemente, exaltado en 1973. Pasaron años para que los boricuas volvieran a tener otro de sus representantes en Cooperstown hasta que Orlando “Peruchín” Cepeda entró en 1999.
En la década pasada se abrió el caudal nuevamente. El segunda base Roberto Alomar se convirtió en un inmortal en 2011, mientras que Iván Rodríguez, uno de los mejores catchers de la historia, ingresó en 2017.
República Dominicana (3)
Juan Marichal fue el primero y el único durante mucho tiempo. Su exaltación, luego de su brillante carrera como lanzador, ocurrió en 1983. En 2015, se le unió Pedro Martínez, otro grande de los montículos en la Gran Carpa.
La realeza ofensiva dominicana llegó a Cooperstown con la entrada de Vladimir Guerrero, el eterno jardinero derecho de puro poder sobre todo para los Expos de Montreal y Angelinos de Los Ángeles. Vladimir ingresó al pabellón de los inmortales en 2018, en una clase que integraron Trevor Hoffman, Chipper Jones, Jack Morris, Alan Trammell y Jim Thome.
Panamá (2)
Por Panamá, no muchos peloteros han logrado destacar en la historia de las Grandes Ligas, pero dos lo hicieron en grande hasta llegar al santuario de la pelota: el Salón de la Fama. Primero sucedió con el jugador de posición Rod Carew, quien dividió su carrera entre los Mellizos de Minnesota y los entonces llamados Angelinos de California. Su exaltación ocurrió en 1991.
Luego, en 2019, Mariano Rivera se convirtió en el segundo panameño en Cooperstown. Y no solo causó furor por ser uno de los pocos cerradores con una placa en el Hall of Fame, sino que fue el primer jugador en la historia de las Mayores en ingresar de manera unánime.
Canadá (2)
Ferguson Jenkins se convirtió en 1991 en el primer canadiense en la historia en entrar a Cooperstown. La leyenda de los Cachorros de Chicago se mantuvo en solitario hasta que este año el jardinero Larry Walker se le unió.
Venezuela (1)
Hasta ahora, Luis Aparicio es el único venezolano en el templo del béisbol. El recordado parador en corto de los Medias Blancas de Chicago logró la entrada en 1984, junto con importantes nombres, como Pee Wee Reese, Harmon Killebrew, Rick Ferrell y Don Drysdale.
Países Bajos (1)
Bert Blyleven, nacido en Zeist, llevó toda su clase al pabellón de los inmortales en 2011. Ese año, casualmente, entró con Roberto Alomar y también con el ejecutivo Pat Gillick. Blyleven es el único miembro de los Países Bajos en el Salón de la Fama por ahora y, aparentemente, por mucho tiempo.