Por Alain Valdés
Desde que vivía en Cuba siempre me sentí atrapado por el béisbol. El hecho de vivir en el municipio habanero del Cotorro me dio la posibilidad de disfrutar cada edición de la Copa Antillana de Acero y tener cerca a varias de las estrellas más importantes de la pelota de mediados de los noventa y la década posterior.
Aunque me encantaba aquel ambiente que se vivían en estos torneos, y lo que experimenté en mis tantos viajes al estadio Latinoamericano, el conocer de la existencia de las Grandes Ligas sembró en mí un interés de ver alguna vez cómo era un partido en ese béisbol, fuese por televisión y sobre todo directamente. Pero eran tiempos en los que uno pensaba más en la compleja vida diaria de Cuba que en lo que pudiera ser y tal vez nunca se materializaría.
Mi llegada a Estados Unidos me alejó un poco del seguimiento al béisbol, primero por las obligaciones que uno tiene que asumir y en segundo lugar porque me faltaba algo que lograse identificarme de verdad con un equipo y la MLB en general.
El aumento en cantidad y calidad de mis compatriotas en el mejor béisbol del mundo hizo recuperar mi pasión por este deporte a pesar de continuar enfocado en mi trabajo y el resto de las obligaciones como jefe de familia.
Ese nuevo interés por la pelota hizo que volviera y con más fuerza aquel viejo anhelo de visitar un estadio de la “gran carpa”, interés que se fue postergando y postergando por diversas razones hasta que por fin llegó el día que una vez pensé solo sería parte de un sueño.
Mi vinculación como seguidor primero de Swing Completo, y luego como colaborador en algunos de sus espacios, me abrió completamente las puertas no solo de un estadio, sino que el debut mejor no pudo ser al punto de llevar a cabo la cobertura del derby tejano entre Astros y Rangers en el Globe Life Field de Dallas, la ciudad donde vivo hace unos años.
Fue algo que todavía hoy me resulta increíble. No tengo palabras que permitan describir los sentimientos que se agruparon en mi interior y que me acompañaron en cada momento de sábado y domingo.
Recorrer cada área del parque beisbolero más moderno de todo el béisbol, pisar su terreno y hasta tener acceso a parte de los cubanos que más brillan actualmente como Yuli Gurriel y Adolis García, además del controvertido pero gran bateador venezolano José Altuve. Eso sumado a la emoción vivida durante el partido con la actuación tan destacada de “El Bombi” cuyos aplausos recibí con un nivel de orgullo que igual me deja sin descripción alguna.
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Que Swing Completo me diera esa confianza y hacer cumplir mi sueño de visitar un estadio de Grandes Ligas con mi credencial de prensa para recorrer lugares inimaginables y conocer gente que hasta hace poco me parecían gigantes intocables, son cosas que quedarán marcadas en mi para siempre.
De la misma forma que el conocer a un amigo a quien he admirado mucho como el periodista Yasel Porto, quien allí estaba con su nuevo proyecto DePorto Team al que también he ayudado. Compartir con él, tenerlo en mi casa, moverlo en su breve estancia en la ciudad y recibir de él el mejor de los tratos, como si me conociera de toda la vida, se sumó a las satisfacciones que hicieron de este último fin de semana de agosto uno de los más especiales desde que vivo en Estados Unidos.
Por eso agradezco a Swing Completo por la oportunidad y a Porto por la amistad, ratificándoles mi respaldo absoluto y sincero como cristiano, como colaborar y como amigo para cualquier empeño que necesiten de mí. Gracias de nuevo y que Dios los bendiga.