Por Yasel Porto
La figura de Servio Tulio Borges Suárez despierta todo tipo de interrogantes, sentimientos y especialmente mucha polémica. Después de su salida del béisbol cubano y de Cuba tras la derrota en Sydney 2000 muy poco se ha sabido de uno de los hombres con más impacto en nuestra historia beisbolera, al menos lo concerniente a la etapa de las Series Nacionales.
Muy poco se ha sabido de Borges y no son muchos los cubanos que han tenido la oportunidad de verlo o conversar con él. De este último grupo ya puedo considerarme parte tras sostener conversación telefónica con el veterano de 74 años que sirvió para actualizar lo concerniente a su situación personal y profesional de hoy día.
El guantanamero sigue muy ligado a la pelota. En la ciudad de Cancún trabaja con las categorías menores desde hace mucho tiempo y también posee responsabilidades directivas más allá del terreno propiamente. Funge como una especie de comisionado en todo el estado de Quintana Roo en lo que concierne a los jóvenes. Desde hace unos años que se desligó al equipo profesional de los Tigres con quienes laboró por un tiempo.
En el plano personal lleva una vida tranquila y sin contacto con la prensa para reportajes o entrevistas sobre su presente y pasado por decisión de él mismo. En cuanto a la salud me comentó que todo se mantiene muy bien y que logró recuperarse si problema alguno de una situación reciente que lo afectó temporalmente.
Agradeció a quienes preguntan por él con buena intención y dijo que mantiene el vínculo con muchos peloteros que le tocó dirigir y varios que lo acompañaron en el cuerpo de dirección. Ha viajado en algunas ocasiones a Cuba aunque hace un tiempo que no lo ha hecho más, y también descartó la posibilidad de volverse a verse ligado con el deporte de su país de origen.
Polémica aparte, es una realidad irrefutable que cuando se hable de béisbol cubano en la etapa posterior a 1961 la figura de Servio Borges no puede faltar entre las más trascendentales. Ya sea para sus seguidores, sus detractores y aquellos que analizan de manera más equilibrada la labor de un hombre que como manager se mantiene como el más ganador a nivel internacional.
El aura ganadora de Borges comenzó muy jovencitos con aquel memorable título en el Mundial de Dominicana 1969 tras ganar con Azucareros el torneo doméstico y todo fue exitoso a nivel internacional hasta las derrotas en la Copa Intercontinental de Edmonton 1981 y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982.
En todo ese tiempo, además de sus tres coronas con dulces a nivel interno, el guantanamero se convirtió en director de béisbol y de deportes con pelota en toda la ínsula. El poder de decisión y la influencia que alcanzó con las altas esferas gubernamentales difícilmente tenga comparación con cualquier otro funcionario o entrenador en las últimas seis décadas.
Cuando parecía que el “mago”, como muchos le apodaron, desaparecería para siempre del béisbol cubano, regresó sorpresivamente para dirigir la selección nacional en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Ese evento sí marcaría su adiós con la pelota de la Isla después de la derrota en la final de aquella competición frente a los Estados Unidos y Ben Sheets.
Después se supo muy poco de uno de los más controversiales managers de nuestro béisbol, quien si bien cogió una época de enfrentamientos contra equipos extranjeros amateurs, muchos de los eventos que ganó están en el corazón de millones de personas como parte de los momentos más memorables de nuestra historia beisbolera.
Fueron 15 los torneos internacionales que se agenció, en los cuales muchas decisiones en la integración de estos equipos y la dirección en medio de esas competencias siguen siendo parte de hoy de discusiones entre los que lo apoyan y quienes lo critican.
Pero esa mística y trascendencia es la que se mantendrá presente cuando se hable de aquella etapa. Para algunos habrá sido un personaje negativo, para otros todo lo contrario, pero lo innegable es el impacto que tuvo junto con una historia que bien pudiera calificarse de imprescindible a la hora de hablar de nuestro pasado beisbolero.