Andy Lans / @DeportesAndy
Los Cocodrilos de Matanzas asumen la edición 61 de la Serie Nacional del béisbol cubano con un variado cuadro central. A las salidas de Moisés Esquerré y Juan Miguel Martínez, se unen los regresos de Roberto Acea y Julio César Gónzalez. En tanto, mientras Erisbel Arruebarrena permanezca contratado y Aníbal Medina gestione una firma en Europa, queda un hueco en el esquema del mánager Armando Ferrer.
Para los de la Atenas de Cuba no resultaría descabellado incorporar sangre joven a la hora suplir ausencias. Por tal razón, el prospecto Eduardo Parreira entraría en la puja por defender la franela de los actuales subcampeones de la Mayor Ínsula Caribeña.
“Mis compañeros me han acogido con armonía. A todos los conocía de categorías anteriores. Me he divertido mucho con ellos y he seguido sus consejos” comenta el oriundo del municipio Jagüey Grande sobre su estancia en la preselección de los Cocodrilos.
Parreira, de 22 años de edad, mide 5’6 pies de estatura con unas 167 libras de peso. Batea a la derecha. Destaca por su capacidad para defender el campo corto, la segunda base y la tercera. Posee velocidad en el corrido de las almohadillas y un sólido bateo de contacto. Pegó para .302/.429/.508 con nueve extrabases y 26 carreras producidas a lo largo de 79 comparecencias en la Serie Nacional Sub-23. Apenas cedió nueve ponches, uno cada 8.8 idas al rectángulo ofensivo.
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En certámenes provinciales, Cuadrito, como también le conocen, suele rendir sobre los .400: “Entrené tres años en la Academia del Estadio “Palmar de Junco”, y uno en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE). Cuando tienes esa base, llegas al municipio con un poco más de carretera. No tengo deudas en la preparación, por eso sé que las cosas me salen.”
Más eficiencia mostró Eduardo en un torneo de su pueblo donde `la rompió´ con average por encima de .600: “En Jagüey Grande jugamos la Liga del Cítrico. Llegué ahí muy ajustado porque venía del campeonato nacional Sub-23. Tuve que adaptarme a un picheo de menos nivel al principio hasta que levanté y mi equipo salió campeón.”
“He aprendido en la preselección matancera a nunca rendirme. Trato de mejorar y me pongo metas cada día” añade el muchacho identificado con el también yumurino José Miguel Fernández.
“Integrar los Cocodrilos significaría un logro para mí. Es uno de mis objetivos para reconquistar la corona de hace dos años” concluye.
De momento, Parreira deja una imagen esperanzadora en la pretemporada. Ha bateado de forma consistente ante los representativos de Industriales, Elefantes de Cienfuegos y Huracanes de Mayabeque, pero por sobre todas las cosas sale al diamante con ímpetu. Tal parece que, en el diccionario de su alma, la vida y el béisbol son sinónimos.