Por Andy Lans
Pocos recuerdan sus prematuros comienzos en la LII Serie Nacional con apenas 16 primaveras. Aquel jardinero zurdo de los Indios de Guantánamo escaló los peldaños necesarios hasta convertiste en una de las principales promesas del béisbol cubano.
Julio Pablo Martínez disputó 40 de los 45 juegos pertenecientes a la etapa clasificatoria de su inicial Serie 52. Jugó los tres fields en 315.1 entradas defensivas y bateó para 214 en 131 comparecencias al plato. Cuatro triples constituyeron sus extrabases.
Las capacidades de Julio Pablo no pasaron desapercibidas. Primero, lució como refuerzo en el máximo circuito cubano, luego, en la Liga Can-Am al servicio de los Trois Rivieres.
En su última temporada en Cuba (2016-17), Martínez compiló para 309 con los Indios guantanameros, con 40 anotadas y 20 impulsadas en la primera mitad del campeonato. Sus compañeros Giorvis Duvergel, Yoelkis Baro, Robert Luis Delgado, Gabriel Garbey y Leonelkis Escalante también rindieron a un excelente nivel; sin embargo, el noveno lugar de Guantánamo no les bastó para colarse en el comodín y la segunda fase.
Parecía que Julio iría a su casa por el resto del torneo, cuando Roger Machado lo llamó para cubrir el hueco dejado por la salida de Luis Robert Moirán en los Tigres de Ciego de Ávila.
El baracoense demostró su valía. En 16 apariciones con los Tigres, conectó para 408 con un porcentaje de embasado (OBP) de 580. Par de cuadrangulares e igual cantidad de dobles y triples completaron su estadística.
Tampoco quedó por debajo en los playoffs. En 10 desafíos correspondientes a la semifinal y final, exhibió línea ofensiva de 333/442/444 con un vuelacerca, ocho anotadas y cuatro impulsadas.
Al término de la gesta, Julio integró el Todos Estrellas ofensivo, al tiempo que ganó el Guante de Oro. Martínez finalizó entre los diez primeros en anotadas (55), flies de sacrificio (5), OPS (967) y boletos (52). Terminó sublíder en OBP (469) y en bases robadas (24). En cuanto a las estafas, concretó el 83% de sus intentos.
¿Qué significó para ti jugar con 16 años la Serie Nacional?
—Significó una gran experiencia. Gracias a ese temprano debut, maduré dentro de la pelota. Me obligó a adaptarme a jugar con adultos. Salir de los juveniles para enfrentarme a ese nivel resultó algo muy lindo.
¿Cómo rememoras tus finales con los Piratas de la Isla de la Juventud (2015) y los Tigres avileños (2017)?
—Sin mal no recuerdo, participé en la final con los Piratas en mi primer año como refuerzo. Nunca había vivido la pasión de unos playoffs.
»En el tramo final de la segunda fase, saqué lo mejor de mí contra Industriales. Mi desempeño en las semifinales contra los Cocodrilos de Matanzas me abrió las puertas del Cuba. A partir de ahí, la gente empezó a conocerme.
»Dos campañas después, Roger me solicitó para otra postemporada. Llevaba tiempo inactivo por una varicela, que dicho sea de paso, me impidió vestir la camisa de los Toros de Camagüey. Defendí a Ciego de Ávila con el mayor entusiasmo, y alcancé el segundo subcampeonato de mi carrera.
¿Tu ausencia del Clásico Mundial de 2017 repercutió en tu decisión de abandonar el país?
—Considero que debí asistir al Clásico de 2017, y más si tenemos en cuenta los jardineros que integraban ese plantel. En aquella edición de la Serie Nacional obtuve todos los premios posibles para un outfielder.
»Esa desilusión influyó bastante en mi salida de Cuba, aunque no constituía el principal motivo.
A tu criterio ¿Por qué razón ha decaído tanto la pelota en Guantánamo?
—El beisbol guantanamero siempre ha carecido de implementos. Al ser la más oriental de las provincias cubanas, cuando se reparten los recursos a Guantánamo no llegan los suficientes. Una vez realizamos una práctica de bateo con 30 pelotas para el equipo entero.
»A pesar de los buenos jugadores que ha dado la provincia, dígase Roberquis Videaux, Duvergel, Alexander Rodríguez, Dalier Hinojosa, entre otros, nunca pudimos dar ese salto hacia un podio. Creo que nos faltaba unidad en cuanto al juego de pelota.
Tras cinco incursiones en los campeonatos de la Mayor Isla de las Antillas, Julio Pablo Martínez acumuló un average de 296. Pisó el home en 203 ocasiones y propició que sus compañeros lo hicieran en 113. Pegó 40 dobles, 16 batazos de tres esquinas y 25 de vuelta completa. Su OBP ascendió a 396, producto de 168 boletos.
El 6 de marzo de 2018, Julio firmó con los Texas Rangers. Su velocidad en las almohadillas, potente brazo y capacidad para contactar frecuentemente con la esférica, le valieron la condición de segundo prospecto de la franquicia y 56to en todo el sistema de las Grandes Ligas.
¿Te ha costado adaptarte al nuevo lugar donde vives?
—Venimos de una nación muy distinta a los Estados Unidos. El idioma y la cultura requieren un cambio en tu persona. A la hora de salir a la calle uno trata de mostrar educación y ponerse a la par de cómo se vive aquí.
»En el mismo entrenamiento debes ser más profesional; llegar temprano y trabajar fuerte.
¿Cómo te afecta el hecho de que las Ligas Menores no tengan acción?
—La pandemia llegó a principio de año, un momento en que los peloteros de aquí se preparan constantemente para el Spring Training. Es muy duro darte cuenta que demorarás para llevar a cabo lo que trabajaste anteriormente. No obstante, mi objetivo en el Texas Rangers sigue intacto: subir a la MLB.
¿Existe la posibilidad real de verte en la MLB 2020?
—Ahora con el roster de 60, no descarto la posibilidad. Pero si en esta temporada no ocurre, daré el máximo para la otra.
¿Quiénes te han ayudado más desde tu arribo a la organización?
—El coach de bateo de las Menores Josué Pérez y José “El Gallego” Fernández, mi gran amigo en lo personal, constituyen mis dos pilares dentro de los Rangers. Ellos me transmiten ánimo y paciencia, algo muy importante de cara al futuro.
Quizás la irrupción de Julio Pablo en el mejor béisbol del mundo suceda mucho antes de lo que imaginamos. El exigente calendario del Big Show depara hasta 14 jornadas consecutivas en los diamantes. Entonces, Texas Rangers echará mano de sus más preciados talentos, y toda Cuba, en especial Guantánamo y Baracoa, estará orgullosa de Julio Pablo Martínez.