Andy Lans / @DeportesAndy
Dos horas de compra en el Zócalo, la emblemática plaza de Ciudad de México, bastaron para que girara la brújula del destino de Yaudel Lahera. El futbolista cubano aprovechó de esa forma durante los Juegos Centroamericanos Veracruz 2014, realizó una llamada, lo recogieron en 20 minutos y abandonó oficialmente la concentración cubana.
“Mi única razón para no regresar a Cuba era el deseo de probarme en otra liga. A los 21 años ya había jugado en todas las categorías de la Selección. Pero me sancionaron un año al regresar de la Copa Oro 2011 porque sufrí una lesión, confirmada por dictamen médico, y no quise jugar un cruce del Campeonato cubano. Tuve que hacer el equipo desde las instancias municipales. Después me dejaron fuera de la Copa Oro 2013 sin explicación. No estaba dispuesto a aguantar más injusticias” confiesa en exclusiva para Swing Completo.
¿Cómo surgieron las oportunidades de unirte a equipos mexicanos?
—Llegué al Club América por intermedio del actor William Levy, que me brindó su casa y me apoyó con su amistad. Entrené cinco meses en la institución para después salir prestado a los Cimarrones de Sonora en Segunda División. Después pasé a otro equipo de esa categoría. Me sentí muy bien por empezar en el fútbol profesional.
››Quizá me hayan faltado algunas cosas para triunfar en México. Llegué de un país que no es futbolero a uno de los clubes gigantes de CONCACAF. No obstante, creo que el ganador fui yo por entrenar con ellos y aprender. Me dijeron que lo más fácil era ponerme en Primera División, pero que tenían mucha prensa alrededor, y si fallaba en lo más mínimo nunca levantaría cabeza allá. Por eso decidieron enviarme cedido.
¿Has sufrido el rechazo de tu fútbol por el simple hecho de venir de Cuba?
─Casi siempre pasa. Tenemos que demostrar más de lo normal para que crean en nuestro potencial. En Cimarrones, el primer entrenador no me tomó en cuenta. Por suerte, otro cuerpo técnico si creyó en mí. Cuando pasé al fútbol hondureño, en un grande como CD Marathón, llevábamos nueve años sin títulos. No te podrás imaginar el desencanto de la afición. Y para colmo, les traían un cubano. Gracias a Dios rompimos la sequía. Los que antes dudaban de mí, me acogieron con cariño.
Tras varias temporadas en balompié catracho, Yaudel Lahera reencontró su mejor versión en el Clausura 2022 con el CD Victoria. Al servicio de la Jaiba, el atacante de 30 años respondió con seis goles y una asistencia en 17 partidos del último torneo.
¿A qué se debió tu gran rendimiento en este Clausura?
─Ha sido uno de mis mejores campeonatos en Honduras a pesar de que venía de varias lesiones. Me preparé bien en lo físico. Gracias a Dios salieron los resultados colectivos e individuales. CD Victoria es un equipo serio, con personas humildes. Me identifico con eso. Aficionados, directivos y compañeros me han tratado de la mejor manera. Espero continuar aquí. Pronto cerramos el acuerdo y damos la noticia en los próximos días.
¿Qué sensación causa en ti ser más conocido en Honduras que en tu tierra natal?
─Honduras ha sido mi casa en los últimos años. Aquí he recibido mucho amor. En Cuba me recuerdan los de la vieja escuela, pero sé que de la nueva generación me conocen muy pocos. Esto es así. De todos modos, Cuba siempre estará en mi corazón, y en cada cancha que piso represento a mi país.
¿Sigue en ti el anhelo de representar a la Selección Cubana?
─Las ganas siempre van a estar de mi parte. Representar a Cuba es mi sueño de niño, y ese sueño se mantiene. Hasta ahora nadie me ha llamado. No tengo contacto con ninguna persona del entorno de la Selección.
En noviembre de este año, Lahera cumple ocho años sin visitar su país por la prohibición que las autoridades cubanas imponen a los deportistas que abandonan delegaciones deportivas en el extranjero. Quizás algunos jugadores foráneos de la Liga Hondureña regresen a su tierra para vacacionar junto a su familia al término de la temporada, pero para Yaudel esa no es una opción. Me cuenta de la necesidad de abrazar a su familia, y de su deseo de visitar Cuba después de tan dilatada espera.