Estelar expelotero enfermo a su hija en Miami: «Soy tu papá y te necesito. Perdóname y pide por mí»

Daniel De Malas Andreu

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Por Yasel Porto En casi todas las familias existen problemas con consecuencias tan drásticas como el distanciamiento físico, y a veces hasta sentimental. A veces la culpa está de un solo lado y en ocasiones cada parte tiene responsabilidad en las diferencias que contribuyeron a la ruptura. Yo mismo soy parte de esta mayoría y…

Por Yasel Porto

En casi todas las familias existen problemas con consecuencias tan drásticas como el distanciamiento físico, y a veces hasta sentimental. A veces la culpa está de un solo lado y en ocasiones cada parte tiene responsabilidad en las diferencias que contribuyeron a la ruptura. Yo mismo soy parte de esta mayoría y sé todo lo que se sufre se tenga o no la razón.

Este artículo junto al video se han publicado a petición de uno de los torpederos más talentosos que tuvo el béisbol cubano, quien hace unos meses ha estado batallando contra un tumor y muchas otras adversidades que lo han golpeado y golpean aún.

Se trata del habanero Eduardo Cajuso, quien vive solo en Union City, Nueva Jersey, ayudado básicamente por algunos amigos cubanos de la zona que han sido prácticamente su única satisfacción en los últimos tiempos.

Al enterarnos del complejo estado de salud de Cajuso, Daniel de Malas y este periodista decidimos viajar por dos horas y media para encontrarnos con él y compartir historias de su vida deportiva y hasta personal.

Pero sin dudas, el momento más sentimental de todo el intercambio que tuvimos fue cuando se refirió a los dos hijos que le nacieron en Estados Unidos.

El varón fue asesinado en circunstancias un tanto turbias y aunque le sobrevive una hija que vive en Hialeah, Miami Dade, Cajuso no pudo evitar el llanto al hablar de su distanciamiento con ella. Además de la necesidad por varias razones de consideración, de establecer de nuevo el vínculo la única familia que le queda.

Al término del emotivo encuentro sostenido con él y varios de los que lo apoyan en su vida, Cajuso volvió a pedirnos lo que en cámara había dicho: no dejar de transmitir el mensaje públicamente alegando que era tal vez la última posibilidad de reencontrarse con su hija y así vivir lo que le queda por delante con esa tranquilidad en su interior.

«No sé por qué estamos distanciados. Es ella quien se ha distanciado, aunque yo le deseo lo mejor del mundo y que me perdone por todo. Mi familia son ella y mis tres nietos. Le mando un beso y un abrazo aunque ella no lo acepte, pero debe reconocer que yo soy su padre», dijo inicialmente.

La segunda parte del mensaje fue todavía más sentido. «No le quiero pedir lástima porque estoy pasando por un proceso duro que si ella tuviera esta enfermedad yo diera mi vida por ella. Quiero que a pesar de los rencores y la distancia recuerde que yo soy su papá. Es lo único que le pido. No le pido más nada a cambio, solo una llamada para saber cómo estoy y que si va a la iglesia que rece por mí», concluyó con voz rajada y lágrimas en los ojos el expelotero.

Con 64 años de edad, Cajuso batalla hoy contra el cáncer sin perder el optimismo y la alegría según nos comentaron alguna de las personas más cercanas a él en Nueva Jersey. La mayor parte del tiempo lo pasa fuera de su pequeño apartamento compartiendo recibiendo el cariño de esos que han contribuido a soportar mejor todos los golpes recibidos, con o sin responsabilidad de su parte.

Y dichos golpes personales no solo han sido sus años de retiro. Además de su situación con su hija, la muerte de su primogénito y el vivir con una dura enfermedad con una economía limitada, en la dura vida Eduardo hay que incluir el haberse criado huérfano de padre y madre, y el separarse para siempre de sus primeros hijos cuando emigró por las diferencias ideológicas con su primera esposa.

Por muy contento que él haya quedado con nuestra visita y el trabajo que allí se hizo y que fue compartido públicamente, recordar esos y otros momentos bien amargos no fue nada fácil. Pero lo que hoy más le duele es su separación con su hija más pequeña.

Solo ellos saben los verdaderos motivos de su distensión y la intensidad de lo que pasó. Pero si en realidad no fue algo demasiado grave, Cajuso ahora más que nunca necesita de ella. Dicho por él mismo, aunque es algo muy doloroso por un lado, recuperar su cariño representa a su vez la mayor inspiración y fuerza para terminar en paz una vida tan compleja.

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