Si algo se extraña en la pelota cubana actual son a los grandes jonroneros; esos sluggers que te hacían saltar del asiento con cada uno de sus batazos. En la historia de las Series Nacionales hemos tenido grandes toleteros, con frecuencias impresionantes en cuanto a desaparecer pelotas se refiere.
Tal vez el caso más conocido por poseer la mejor frecuencia histórica es el de Romelio Martínez; un portentoso bateador que durante su paso de 15 campañas descoció 370 pelotas en 4752 veces al bate, para un impresionante registro de un cuadrangular cada 12.89 turnos oficiales al home plate.
Ahora, en el caso que nos ocupa, quiero mostrarles a ustedes cuales han sido las mejores frecuencias jonroneras para un bateador durante el lapso de dos Series Nacionales. Es importante destacar que si difícil es lograr un paso de poder destacar durante una temporada, pues qué decir de mantenerlo durante dos años de manera consecutiva.
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Antes de darles el dato que todos esperan, quiero hacer una mención especial para el, al menos en el criterio del que suscribe; mejor bateador cubano del Siglo XXI; el cienfueguero José Dariel Abreu, quien entre las temporadas 50 y 51 (2010-2011 y 2011-2012) despachó 68 vuelacercas en 494 turnos; para una espectacular frecuencia de 7.26. Siendo la segunda de todos los tiempos y la mejor en la era del bate de madera; además de mantenerla durante más 150 partidos (153).
Ahora, la mejor frecuencia jonronera para Series Nacionales consecutivas; y debo aclarar esto porque en el caso que nos ocupa no incluyo Series Selectivas; por tener un nivel superior al de Serie Nacional, al estar la calidad más concentrada, no pertenece a otro toletero que no sea al mayor slugger de la pelota cubana, Orestes Kindelán.
El Kinde no sólo desapareció 487 pelotas en su carrera y además con la segunda mejor frecuencia histórica; 13.32 (6488 VB), sino que durante las campañas 27 y 28 (1987-1988 y 1988-1989) mandó rumbo al espacio exterior un total de 46 pelotas en sólo 304 veces al bate, para una frecuencia de 6.61; fuera del alcance de cualquier otro cubano.
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Para los que intenten minimizar esta hazaña con el argumento del bate de aluminio y la pelota viva; tengan en cuenta primero que Kindelán se enfrentó a un pitcheo muy superior al actual y que desarrolló su carrera en una época de muchos bateadores de fuerza; quizás la era dorada de los jonroneros cubanos y ninguno, ni por asomo, logró frecuencias parecidas.
Otro aspecto a tener en cuenta es el lapso de tiempo; y esto lo saben los que han practicado cualquier deporte de alto rendimiento. Mantener semejante forma durante tanto tiempo es casi imposible de lograr y este fenomenal bateador lo consiguió. Sirva este trabajo para homenajear a dos de los más grandes toleteros cubanos de todos los tiempos.