Granma lo hizo otra vez, mantuvo el invicto en finales y se llevó a casa su cuarta corona en seis años y la segunda de manera consecutiva, tras derrotar a Matanzas con lechada de 4×0 en el séptimo partido de la Gran Final de la Serie Nacional número 61.
Los Alazanes partieron delante desde el mismo primer episodio, cuando, luego de que los granmense llenaran las bases gracias a sencillos de Yosbany Millán y Osvaldo Abreu y boleto a Guillermo Avilés, Carlos Benítez bateó para doble play pero aún así le abrió las puertas del home a Millán.
Dos entradas más tarde, Guillermo Avilés conectó un descomunal batazo por la banda izquierda abriendo tanda, para extender a dos la ventaja. Para Avilés fue su quinto de la postemporada, igualando en el liderato con Erisbel Arruebarruena, quien fue el mejor bateador de Matanzas en el choque al conectar de 4-3.
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Las otras dos carreras granmenses llegaron cargadas de polémica; luego de hits consecutivos de Millán y Abreu y pelotazo a Abreu y tras la salida del abridor Yamichel Pérez y la entrada de Entenza, Benítez roleteó por el campo corto y en una jugada que llegó al replay, el árbitro de home decretó quieto y aunque la cámara lenta parecía decir lo contrario, los encargados de revisar el desafío corroboraron la decisión.
Esta jugada no sólo permitió que Granma marcara la tercera, sino que le dio la posibilidad de que, con un out, marcaran la cuarta por otro rolling al campo corto, que de haber sido con dos, hubiera liquidado el inning.
Aquellas carreras decretaron la sentencia para unos Cocodrilos que no pudieron descifrar el pitcheo rival y que desde la primera entrada del sexto partido no pudieron marcar ni una sola carrera y aunque sus lanzadores lo hicieron muy bien, sobre todo Noelvis Entenza y Naykel Cruz, con dos excelentes relevos, nada pudieron hacer pues cuando no se batea, no se puede ganar.
Para Granma fue su cuarto título en cuatro finales en los últimos seis años, lo que lo consolida como el mejor equipo de los últimos 10 años; además, se convirtieron en el primer conjunto en nuestras series nacionales, que logró remontar una desventaja de 3-2 como local y se une a Santiago de Cuba e Industriales como los únicos en lograr la hazaña, aunque éstos últimos lo hicieron como visitante.
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Clave fue el gran trabajo de Leandro Martínez (1-0), a quien la victoria se le había hecho esquiva pero que la reservó para el juego decisivo. César García salió a completar la tarea y lo hizo de buena manera, mientras que Yamichel Pérez (3-1) cargaba con el fracaso aunque su labor fue muy positiva.
El reconocimiento para los Cocodrilos, que llegaron a la final con con un sinfín de ausencias e incluso, en un momento dado, jugando con un receptor sin mucha experiencia y prácticamente sin recambio. De igual manera destacar la actitud de Arruebarruena y Mujica, quienes salieron a la grama lesionados y trataron de llevar la corona para su tierra.
Los Alazanes siguen siendo el equipo a derrotar en Cuba, el conjunto que sabe crecerse en los juegos claves y el que ha hecho, de ganar el bueno, un excelente hábito en los últimos años y con ausencias o sin ellas, tienen alma de campeones y lo siguen demostrando.
