Por Gian Franco Gil / @Gian_Gil98
En la “fiesta de octubre” se suele jugar al límite. Cada acción que suceda en los desafíos puede resultar decisiva. En muchos casos un error es determinante en las aspiraciones de los equipos. En otros, los errores no quedan reflejados en las estadísticas del partido, pero sí en el recuerdo de los fanáticos. Esos que acompañan en cada lanzamiento al equipo de su preferencia.
Durante el segundo juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, entre los Bravos de Atlanta y los Dodgers de Los Ángeles, el cubano Guillermo Heredia fue protagonista de una jugada, que estuvo a punto de costarle el partido a su franquicia.
Heredia entró en la parte alta de la séptima entrada, en el lugar del jardinero central Adam Duvall, para reforzar la defensa en los jardines durante los últimos innings del encuentro.
Poco tiempo después de entrar en acción se llenaron las almohadillas. Luke Jackson, que entró en sustitución de Tyler Matzek era el encargado de evitar las anotaciones rivales. El lanzador enfrentó a Chris Taylor con la casa llena de contrarios. El antesalista conectó una línea débil hacia la zona del matancero.
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Desde que salió la esférica, el carismático jugador atacó el batazo. Entonces, en un intento arriesgado por atrapar la bola de aire, midió mal y «Doña Blanca» picó en el césped, cerca de su guante. El jardinero derecho, Joc Pederson tuvo que hacer el relevo, para evitar que, por la pifia, entraran tres carreras. En ese instante, los Dodgers tomaron ventaja de dos carreras (4×2).
A pesar del error de cálculo de Heredia, los Bravos lograron mantener la concentración en el desafío, y apoyados en una mala gestión de la dirección rival, consiguieron darle vuelta al partido, imponiéndose con marcador de 5×4 en la novena entrada, gracias al batazo decisivo de Eddie Rosario.
Guillermo Heredia, por su parte, no estuvo en su mejor noche. Desde que entró en el encuentro visitó par de veces el rectángulo de bateo, y en ambas fue retirado. De igual forma, es un jugador importante en el día a día de los Bravos, pues contagia con su alegría al resto del conjunto.