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Varios peloteros cubanos han quedado MUY cerca del Novato del Año en Grandes Ligas, sin poder llevarse el premio a casa.
Es difícil encontrar peloteros que tengan un rendimiento superlativo en su temporada de novato en las Grandes Ligas, sobre todo si esos jóvenes llegan de otros países.
Es lógico: otra cultura, un nuevo mundo, quizás un nuevo idioma, otro trato… en resumidas cuentas, un ambiente totalmente distinto al de las ligas menores o al de sus tierras.
Pero Cuba ha tenido de eso en sus jugadores jóvenes, o en la mayoría de ellos, sin necesidad de tener una vitrina llena de premios al Novato del Año.
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Para muestra, la temporada de Yulieski Gurriel en 2017. Sin mencionar lo que bateó en postemporada o que ganó la Serie Mundial, porque los votantes dan su opinión justo cuando se cierra la ronda regular, el nacido en Sancti Spiritus fácilmente pudo quedarse con la distinción en una campaña que no tuviera a Aaron Judge o Andrew Benintendi. Quedó cuarto en los sufragios, por detrás de los tres finalistas: los mencionados Judge, Benintendi y TreyMancini, de los Orioles de Baltimore.
Sus números así lo indican. Su posición en la votación al Novato del Año no. Cuando un novel disputa 139 juegos, dispara 158 hits, 43 dobles, 18 jonrones, empuja 75 carreras, anota 69 y batea en total para .299 sin ganar el galardón, existe la posibilidad ingrata de que se traspapele, de que se cuele y pase por debajo de la mesa.
Con esa misma suerte corrieron algunos otros nacidos en Cuba. Al menos ocho tuvieron una zafra destacada, fueron tomados en cuenta por la Asociación de Cronistas de Béisbol de América (BBWAA, por sus siglas en inglés), pero no consiguieron el apoyo suficiente para inscribir su nombre en la lista histórica de ganadores, como sí lo hicieron:
Tony Oliva (1964)
José Canseco (1986)
José Fernández (2013)
José Abreu, (2014)
Yordan Álvarez (2019)
todos ganadores del Novato del Año en MLB.
Se quedaron cortos
En ese desafortunado grupo están figuras de toda las épocas: Orestes “Minnie” Miñoso, Rolando Arrojo, Orlando y Liván Hernández, Yoenis Céspedes, Aledmys Díaz, Yasiel Puig y José Iglesias.
Lo más amargo fue que seis de esos ocho antillanos citados quedaron en el segundo puesto al Novato del Año de sus respectivas temporadas. Miñoso fue el primero que probar ese sabor agridulce, en 1951, cuando perdió ante Gil McDougald (Yankees de Nueva York) pese a disputar más juegos (146 Vs. 131), dar más hits (173 Vs. 123), más dobles (34 Vs. 23), más triples (14 Vs. 4), empujar más carreras (76 Vs. 63), anotar más rayitas (112 Vs. 72), tomar más boletos (72 Vs. 56), poncharse menos (42 Vs. 54) y terminar con mejor average (.326 Vs. .306), promedio de embasado (.422 Vs. .396), slugging (.500 Vs. .488) y OPS (.922 Vs. 884).
A Liván, en 1997, le perjudicaron dos aspectos: 1) que no tuvo tantas aperturas como para darle mayor fuerza a su candidatura y 2) la destacadísima actuación que tuvo el tercera base Scott Rolen, con 21 estacazos de vuelta completa y 92 carreras producidas. En 1998, los votantes se decantaron por el jugador de posición Ben Grieve como Novato del Año y no por el lanzador Arrojo pese a su gran campaña con los Devil Rays de Tampa Bay.
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La Votación
Fue en el 2008 que Evan Longoria salió beneficiado al Novato del Año de esa campaña sobre el pinareño Alexei Ramírez.
El antesalista de los Rays bateó 272, con 27 jonrones y WAR de 4.8, mientras que Alexei se fue con 290, 21 vuelacercas y WAR de 1.5.
El cubano robó más bases, pero Longoria tuvo mejores frecuencias.
La votación del Novato del Año 2012 no dejó mucho espacio para refutar. Pasó lo que tenía que pasar. Mike Trout, con su superlativa y poco común temporada de novato, le ganó a Céspedes, quien venía de conectar 23 vuelacercas y de fabricar 83 anotaciones, un lujo para un novel, pero nada parecido a lo de Trout.
El jardinero de los Angelinos lideró a los novatos en anotadas, hits, jonrones, empujadas, bases robadas y promedio con el madero.
Por último, en 2013, José Iglesias tuvo una dura batalla que finalmente perdió con Wil Myers pese a que dejó mejor average, tuvo más compromisos, pegó más indiscutibles y jugó una posición más exigente.
Ese mismo año, aunque igual Cuba salió ganando, a Puig le pasó lo mismo en la Liga Nacional. Tuvo un desempeño de ensueño en su primera campaña con los Dodgers, pero su compatriota Fernández lo opacó con 12 victorias, seis reveses y 2.19 de efectividad en 28 aperturas.
Como Gurriel, Díaz y el “Duque” sí tomaron puestos más por debajo de los que tenían posibilidades reales. Aunque tuvo un récord de 12-4 y 3.13 en 21 inicios, Hernández también fue víctima de Ben Grieve y terminó en la cuarta casilla en 1998, mientras que Díaz llegó quinto, notablemente por detrás del también parador en corto Corey Seager.
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