Por Álex Fernández Fernández
Cuba ganó su primer partido después de dos salidas desastrosas a la ofensiva ante Holanda e Italia. La victoria se la llevó un Miguel Romero soberbio quien maniató al equipo de Panamá en el Clásico Mundial.
El derecho, con vínculos con los Oakland Athletics, fue de los primeros que se incorporaron bajo las órdenes de Armando Johnson.
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Su labor en tres capítulos en sustitución de Ronald Bolaños, fue decisiva cuando Cuba perdía 4×2.
Miguel Romero comentó a Jit en qué basó su trabajo monticular.
“El picheo rápido. Yo he jugado con muchos jugadores del equipo de ellos, entonces yo salí a tirarles picheos con velocidad en zona buena y en zona de duda”, dijo.
Sobre la presión de un equipo antillano completamente contra la pared refirió:
“Había que jugársela toda hoy. Había que lanzar hasta donde yo pudiera y gracias a Dios todo salió bien.
“Es una experiencia única porque es un orgullo representar a tu país en el mejor evento de béisbol del mundo.
“La vida te demostró que siempre que se trabaja fuerte y hay disciplina, el resultado un día va a llegar. No perder el enfoque seguir siempre dando lo mejor de sí para el mañana”. Puntualizó Romero.
El lanzador derecho hizo referencia además a la buena química que reina en el colectivo pese a la aún desfavorable situación.
“Con los muchachos bastante bien. Yo jugué en Cuba con muchos. Estamos todos unidos”, concluyó el pícher que tuvo actuación de tres entradas. Permitió dos hits y ponchó a cuatro.
Cuba llegó a fabricar 13 anotaciones ante los panameños con un total de 21 imparables, marca histórica en Clásicos Mundiales para un equipo de la Isla.
Además de Miguel Romero, la noticia fue el despertar de Yoan Moncada y Luis Robert Jr. Este último de 6-2 con par empujadas, en tanto el antesalista, también de los White Sox, se despachó de 5-3 con cuatro empujadas.