Por Robiel Vega
En estos días está muy de moda en las redes sociales el tema de la inclusión de los peloteros profesionales cubanos que juegan en el exterior y no están contratados por la FCB. También ha sido tema de polémica las distintas posiciones ante el tema del tunero Henry Urrutia y del pinareño Randy Arozarena.
El mayor de los hijos de Don Hermidelio Urrutia dijo sí, sin dudarlo, ante el llamado de sus selección con vista al Preolímpico, y según sus propias declaraciones, él no juega para Higinio ni ningún otro federativo, lo hace por su pueblo y por su padre, al que tanto admira.
La otra cara fue la del jardinero de Tampa Bay Rays Randy Arozarena, quien expresara públicamente que él no participaría con el equipo Cuba mientras el actual gobierno y sistema permanezca en la isla, aunque se lo pidieran.
Muchos criterios se han esgrimido, a favor y en contra de ambos atletas y de sus respectivas posiciones ante el tema. ¿Serán censurables? ¿Hasta donde se puede criticar el aceptar o no jugar con el uniforme de las cuatro letras? ¿Es imposible separar política y deporte? Todas éstas interrogantes han sido la base del debate en las últimas horas.
Opino que cada quien tiene sus motivos, sus experiencias, sus rencores, sus odios, e incluso, sus posiciones políticas. No creo que Henry o Randy sean más o menos cubanos por tomar una postura y tampoco critico los deseos de cada cual.
Hay que estar en la piel de las personas para entenderlas, vivir sus experiencias, sufrir sus dolores. Tampoco es lo mismo estar en contra de un sistema, que renegar de un pueblo.
Para el que suscribe, Randy y Henry son dignos de admiración y respeto por sus respectivas carreras deportivas, llenas de éxito y razones de sobra para sentir verdadero orgullo cubano.
El aplauso para mi coterráneo, me encantará verlo vestir un uniforme que años atrás le fuera negado varias veces, ahora, tampoco recrimino al pinareño por tener una posición diferente del asunto.
Los ultra derechistas dirán que Henry está apoyando a la dictadura, mientras que los que confunden Patria y Cuba con partido y gobierno, dirán que Randy olvidó sus orígenes y que ya no podemos considerarlo cubano; pero la verdad es que cada persona debe tener la libertad plena de pensar como quiera y no ser juzgado por los suyos ni creer que por ello pierdes un derecho inalienable que obtienes al nacer.
Cuba somos todos, los de aquí, los de allá, los de derecha, centro o izquierda, los que quieren jugar en el equipo Cuba y los que no también. Yo, a plano personal, seguiré disfrutando del béisbol de ambos con el mismo orgullo y pasión de siempre.
Por hoy es todo, ya nos veremos en la próxima.