Por Alexander García Milián
No es un apellido ilustre, no tiene pegada como Gurriel, Puig o Céspedes, no es un apellido ilustre pero hace ruido y mucho. Con los Urrutia las cosas son así, siempre en silencio; desde Ermidelio hasta su hijo Henry, es como una maldición sobre la estirpe, diría como la de los Kennedy y no es preciso morir físicamente para ser polvo, humo, nada.
La noticia de que Henry Urrutia jugara en Japón con los Halcones de Softbanks copa titulares en varios medios de prensa especializados en béisbol; pues luego de una campaña descomunal en la Liga Mexicana de Béisbol- la de verano- donde sumo guarismos ofensivos de 370 en average, 33 jonrones y 100 carreras impulsadas- jugando para los Toros de Tijuana y los Saraperos de Saltillo; después de lucir en plena forma, subir de escalón era de puro trámite pero el suceso enorgullece a los fanáticos.
Cuando Osmany Urrutia cuelga los guantes en su faceta de entrenador y Ermidelio no se ve por ningún lado – como tragado por la tierra- cuando esto pasa y otra vez los Urrutia parecen sumergidos en el lodo, Henry a sus 32 años expone quizás su mejor forma deportiva y no es un sueño, ya con los Cardenales de Lara- Liga Venezolana de Béisbol Profesional- ya con este elenco lleva años tronando el madero y el incipiente paso por la MLB se vuelve cosa del pasado…¿ Será posible el regreso?, bueno pienso que sí.
Es Henry debutando con los Orioles y llenando de expectativas a la afición cubana, no luce mal entonces, se pega a los 270, conecta un vuelacercas y el futuro se le pinta promisorio pero hasta ahí, tras breves rodeos por Ligas Menores, se acerca a la órbita de los Red Sox; la fantasía se agranda y es eso, fantasía y nada más, entonces explota la burbuja, nadie se acuerda de Osmany y sus 400 de average, Henry parece también sentenciado pero…
El destino nos traza la senda a seguir y en las Ligas Invernales el tunero ya deja su huella al estilo de los mejores en la historia; desde México hasta Venezuela la estampa del joven Urrutia es única, puro poder y entrega, profesional hasta los tuétanos.
Las imágenes se trastocan y en flash backs veo la visita a Cuba de los Diablos Rojos de México, un suceso memorable, más por él peso mediático que le dio la presencia de Alexey Ramírez y Henry Urrutia, quienes jugaron para el seleccionado mexicano- es el destino- me digo, como el eterno retorno, el regreso al terruño nos marcó a todos; cuando salen las fotos de Henry con Ermidelio, las emociones explotan.
Ahora quizás Henry este en la cúspide de su carrera y lo mejor este por llegar; él es parte de un linaje, un linaje desterrado al ostracismo pero siempre presente, puede que hoy como nunca antes.
… Las sensaciones son miles, una mezcla de nostalgia y melancolía me sumergen en un crudo letargo, la memoria otra vez es traicionera, el olvido es infame pero los Urrutia son parte de la historia ya y nadie lo puede cambiar.
Nos vemos a la vuelta.