Por Yasel Porto
El Canal de la Mona es uno de los pasos marítimos más peligrosos de la región caribeña. La unión de las corrientes del Océano Atlántico y el Mar de Caribe han convertido la zona que delimita las islas de Puerto Rico y La Española en algo bien temible, sobre todo por la cantidad de muertes que se producen entre los que intentan llegar ilegalmente a la Isla del Encanto desde la República Dominicana.
Han sido varios los peloteros cubanos que han llegado a territorio de Estados Unidos por esa vía, y para uno de ellos aquella travesía estuvo a punto de no ser contada por él y por el resto que lo acompañaban.
Se trató del exreceptor de Isla de la Juventud Jesús William Arcaya, quien después de salir de Cuba e intentar el sueño de firmar con un equipo de Grandes Ligas vio todas las puertas cerradas en Dominicana. Un engaño de su representante al quitarle cuatro años de edad, hizo que los Mets de Nueva York retiraran la oferta de $ 300.000 dólares y todo lo que vino después fue un calvario total.
Tres meses viviendo de ayuda de los escasos amigos que encontró en Quisqueya, y luego de mejorar un poco sus condiciones de vida no pudo encontrar una vía para volver a tratar de ser tenido en cuenta por alguna organización de la MLB.
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Fue entonces que Arcaya decidió llegar a territorio estadounidense por Puerto Rico, una opción que hoy fuera infructuosa desde el punto de vista legal por la inexistencia desde enero de 2017 de la famosa Ley de pies secos pies mojados.
En exclusiva para Swing Completo, William contó lo compleja de aquella empresa. “Esas fueron las 17 horas más duras de mi vida. Agarramos mal tiempo en medio de ese canal tan peligroso. Imagínate aquella embarcación de 17 pies, con 12 personas, 10 de ellos cubanos más los dos pilotos dominicanos. Cuando bajaba una ola que subía la otra tenías tres pisos de agua adelante y tres pisos atrás. A mí se me ocurrió comerme una manzana y me la pasé vomitando todo el tiempo”.
Más adelante agregó el jugador miembro de los Piratas durante tres campañas desde 2004-05. “Pensábamos que no llegábamos, que nos moríamos, porque la embarcación se partió. No nos pudieron dejar en el cayo de la mona, sino un poco más arriba a 17 millas de Aguadilla saliendo al Atlántico. Yo viajé con un teléfono metido en un preservativo y llegó con una rayita de carga. Algo que no se me olvida más nunca porque al menos me alcanzó para llamar al 911 tan pronto cogió señal. Les expliqué la situación en la que estábamos, que necesitábamos ayuda. Como a la media hora se aparecieron en el lugar”.
Cuenta Arcaya que el resto de aquella aventura no dejó de ser dramática, pues fueron a rescatarlo en dos helicópteros y él tuvo que dejar a un lado el miedo que le tiene a las alturas.
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“No se pudieron tirar porque era muy complicado por el tiempo. Nos subieron en una cesta y de ahí nos llevaron al centro de detención de Aguadilla. Yo le tengo miedo a las alturas, de hecho me cuesta trabajo montar avión, pero yo me dije sí ya yo crucé el Canal de la Mona y habíamos dejado atrás todo eso tan terrible, ya aquello no me preocupaba sinceramente”.
Era el 6 de febrero de 2012 cuando Jesús William Arcaya emigraba oficialmente hacia un nuevo destino. Antes lo había hecho a Dominicana, y ahora se iniciaba una vida totalmente distinta en la que el béisbol ya no sería protagonista. Atrás quedaban momentos amargos y peligrosos en extremo, incluyendo esa travesía marítima en la que fue dichoso de estar en el grupo de los que han logrado el difícil objetivo de atravesar un canal que las autoridades de los dos países alertan una y otra vez las fatales consecuencias que ha traído y trae cruzarlo.
Estuvo un tiempo en Puerto Rico hasta que obtuvo sus papeles para hacer una nueva travesía hacia su último destino. Esta fue la primera completamente normal, luego de tomar vuelo hacia Florida para radicarse de forma definitiva en territorio continental.
La pelota quedó como un pasatiempo muy ocasional y logró salir adelante en todos los oficios que afrontó. Hoy día es un camionero con un éxito indiscutible que le ha dado incluso para comprar una buena casa en República Dominicana y soñar con volver al béisbol en algunos días a través de la creación de una academia para niños y jóvenes.
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