Por Juan Páez
Sí, la temporada 2020 hasta ahora para Luis Robert, su primera en las Grandes Ligas, ha sido un todo o nada, al menos en la caja de bateadores. El promisorio jardinero central de los Medias Blancas de Chicago vive una suerte de dualidad: o conecta un poderoso imparable con la fuerza de pocos o termina ponchado de vuelta al dugout de los patiblancos.
Es cierto que la Pantera protagoniza un tremendo inicio en su trayectoria en las Mayores. En 29 juegos para iniciar su carrera, suma siete dobletes, siete jonrones y 29 imparables en total. A pesar de batear siempre en la parte baja del lineup o en la primera casilla, acumula 18 carreras impulsadas y 16 vueltas al cuadro. Tiene average de .276, promedio de embasado de .325 y porcentaje de slugging de .543 (.867 OPS).
Yendo a las estadísticas avanzadas y viendo cómo tratan estas al cubano, encontramos una combinación que, si bien no es extraña, pone a Robert en dos extremos: en la parte de los que se ponchan en exceso y en el lado de los que tienen un poder notable y extraordinario.
La promesa, de 23 años recién cumplidos, registra 40 ponches en sus primeros 105 turnos legales al bate, la quinta mayor cantidad en la Liga Americana. En cifras porcentuales, más de la mitad de sus outs ha sido por la vía del tercer strike (52.7 %) y se ha ponchado en el 34.8 por ciento de sus apariciones al plato. Este último registro es el quinto peor entre todos los bateadores calificados en las Grandes Ligas en 2020, solo por debajo de Miguel Sanó (42.1 %), Evan White (41.0 %), Niko Goodrum (37.7 %) y Joey Gallo (36.2 %).
Robert, el tercer pelotero que ve menos envíos en la zona de strike (34.7 %) en el big show, está haciendo contacto solo en el 56.9 por ciento de sus swings. Ese número es el más bajo en el joven circuito y el segundo más bajo en toda la Gran Carpa, por detrás de Keston Hiura (54.0 %). Su porcentaje de strikes tirándole está en 26.1 por ciento, el peor registro en las Grandes Ligas. De hecho, son Kiura y Robert los únicos con al menos 20.0 por ciento.
Pero es aquí donde entra su poder, donde la fuerza del isleño suaviza su gran frecuencia de abanicado y ponche.
La velocidad de salida de los batazos de Robert, que se sitúa en 92.2 millas por hora, es superior a la del 87 por ciento de los toleteros de las Mayores. Su porcentaje de conexiones fuertes según Baseball Savant, que son pelotas conectadas a 95 o más millas por hora, es de 50.0 por ciento (el promedio de la MLB es de 34.8 %). Por si fuera poco, su slugging esperado (expected slugging) de acuerdo con la calidad de su contacto es de .591.
Robert está destrozando la pelota. De hecho, el 36.4 por ciento de sus batazos es en línea, mucho más alto que el promedio de todos los bateadores del big show en lo que va de año: 25.6 por ciento. Además, su porcentaje de barrels es de 18.2 (el promedio de MLB es de 6.3 %), un número superior al 96 por ciento de los bateadores de la liga.
Todo esto indica que el poder de Robert ha sido evidenciado, pero a un alto costo que podría perjudicarle en el futuro: el patrullero se ha tragado al menos un chocolate en 24 de sus 29 enfrentamientos. Lo positivo es que nunca se ponchó con tanta frecuencia en las Ligas Menores. Parece ser cuestión de ajustes pequeños para que Luis convierta esos abanicados en bolas puestas en juego.