Por Boris Luis Cabrera
Los Leones capitalinos cruzan el mar con el ánimo de abordar el barco pirata nada más y nada menos que en su propia isla. Recien perdieron al hombre encargado de sacar las pelotas por encima de los colchones y hace unos días atrás tiraron por la borda a otros que en su momento jugaron papeles protagónicos para aligerar el lastre ante posibles tormentas.
Su mejor carta de triunfo en el montículo no está en rotación y su bateador estrella aún no se recupera de una lesión en una de sus piernas. El capitán de la nave no se parece al de hace una temporada atrás, su mejor prospecto está inmerso en el síndrome de su segundo año y su arma secreta traída de Canadá continúa con la pólvora mojada.
El “Rey” está tranquilo, con su lema de “nadie es imprescindible” intenta rodear a sus rivales atrincherados en el Cristóbal Labra, difícil bastión a lo largo de los años. Sabe que estos tres partidos pueden ser determinantes para sus aspiraciones de colarse en la zona caliente de los comodines y va con todo lo que tiene.
A estas alturas ya nada más se puede hacer. Las fórmulas son subjetivas y solo una buena salud mental podrá ponchar contrarios y desaparecer esféricas del terreno de juego.
Las estadísticas no dicen mucho, hay paridad detrás de los números y todos saben que en estos momentos son otros factores los que se toman en cuenta y los que inclinan las balanzas, pero hay que tenerlos en cuenta.
COMPARACIÓN | Leones | Piratas |
Bateo | 287 | 278 |
Cuadrangulares | 29 | 17 |
Promedio de carreras limpias | 4.97 | 4.42 |
Whip | 1.55 | 1.56 |
Ponches por juego (lanzadores) | 5.21 | 5.35 |
Bases por bolas por juego (lanzadores) | 4.02 | 4.07 |
Average de fildeo | 976 | 977 |
Parte de la fanaticada está pesimista después de los últimos acontecimientos, pero es ahora donde las estirpes, las garras y los rugidos antológicos tienen que salir.
No son cábulas, en otras ocasiones determinados hechos han explotado las motivaciones y han sacado herramientas que ni los mismos peloteros sabían que tenían por dentro. No sería la primera vez que una pelea, una injusticia, o cualquier otro detalle que exacerbe a las masas y a los atletas logran una reacción en cadena que culmina con la victoria final.
Que estos hechos deplorables con sus consiguientes medidas disciplinarias sirvan para algo positivo.
Nos vemos en el estadio.