Por Swing Completo
Esta vez fue el noticiero del mediodía de este miércoles donde el concepto de periodismo se fue de paseo y donde volvió a reinar el irrespeto contra lo que hoy más vale y brilla del béisbol cubano a nivel mundial.
Tal vez suene duro y las ciberclarias y escarlatas convencidos nos acusen de falta de ética y de todo, pero es que la afrenta cada vez es más aborrecible.
Solo en la mente de los que deciden y son cómplices de tan absurda decisión puede caber que el irse de 2-0 Adeiny Hechavarría y dejar su promedio en 200 en la Liga de Japón merece una mención por encima de la clasificación al título de liga de los Astros de Houston y los Bravos de Atlanta en la MLB, clubes en los cuales aparecen cuatro peloteros cubanos que como el torpedero santiaguero de los Chiba Lotte Marines emigraron hacia Estados Unidos.
El otro día sucedió algo similar con el resumen del comienzo de la Liga del Pacífico de México, coincidiendo en fecha con el inicio de los playoff del conocido “big show”, que arrancaron colmados de protagonismo cubano en cantidad e impacto.
¿La diferencia? Que uno juega en una liga que tiene vínculos con Cuba y que los otros si bien se desempeñan en el mejor béisbol del mundo por amplio margen, la MLB y la Federación Cubana de Béisbol no tienen un acuerdo.
Pero es más que eso. Se trata del país donde juegan 29 de los 30 clubes de esa pelota, independientemente a los deseos inmensos de los cubanos, incluyendo sus funcionarios, de que exista un pacto en el futuro. Se peinan y se hacen papelitos al mismo tiempo porque quieren conveniar con las Grandes Ligas y responsabilizan solo la falta de un acuerdo en la salida de peloteros hacia Estados Unidos, pero bloquean una y otra vez por la mayoría de las vías ese béisbol, multiplicando casi por cero a los compatriotas nuestros que hoy brillan a la par de los mejores.
Esta vez fue la “cumplidora” Glenda Torres a quien le tocó dar la cara, pero da igual quién conduzca el segmento deportivo de los noticieros del Sistema Informativo (Canal 8), pues a nadie se le va a ocurrir irle a la contraria a su jefe Pavel Otero, y éste sujeto tan oportunista tampoco pondrá en riesgo su estatus y prebendas entre las que sobresalen su viaje a los Juegos Olímpicos de Tokyo.
Sinceramente es preferible pasarle por encima al béisbol internacional íntegramente que entrar en esa infantil y estúpida discriminación en la que no existe ni existirá un argumento lógico. ¿O tienen algo que decir al respecto compañeras ciberclarias?
No se trata de la transmisión de un partido del que no tienen los derechos para poner íntegro en vivo o diferido, según las explicaciones de siempre, amén de que para poner sin pagar el baloncesto, fútbol americano, atletismo y hasta el lacross narrado por el “célebre” Yimmy Castillo, y cuanto evento de alta o cierta relevancia sea transmitido desde Estados Unidos, ahí sí no hay bloqueos de adentro y de afuera. Simplemente con el béisbol es otra historia, haciendo honor a la frase final del programa “Vivir del Cuento”.
Y precisamente de eso siguen viviendo los que niegan a los aficionados el tener un mínimo de información de lo que acontece en la fase decisiva de la mejor liga del deporte que en unas horas será oficializado como patrimonio cultural de Cuba.
De la misma manera que privan a muchos cubanos sin dinero ni teléfono para acceder al internet, el estelar desempeño de peloteros nacidos en su mismo país, los que gústele o no a los moralistas censuradores y sus comprometidos seguidores, son hoy por hoy la columna más sólida que sostiene al béisbol cubano.
De no ser por ellos y por nuestra gran historia multicentenaria, no habría casi nada de qué agarrarse para seguir defendiendo a la pelota como el deporte más importante y talentoso de la isla.
Solo los espacios informativos de Tele Rebelde (Meridiano y el Noticiero Deportivo) están dando los resultados brevemente y sin hacer énfasis en los cubanos por parte de los locutores criollos. El 99 % de las veces que se habla de ellos es en el reporte que ponen de distintas cadenas, las que utilizan por cierto, sin devengar un solo centavo a ese medio norteamericano.
Pero la vida seguirá igual, al menos en esta post-temporada. No esperen demasiado avance por mucho que se queje la mayoría de la gente junto con la prensa no oficialista, dentro de la que si bien muchos vemos en vivo esos partidos y disfrutamos el triunfo de esos peloteros que tanto orgullo le dan a millones de personas de la patria que también le pertenece a ellos aunque no vivan aquí, estamos en el deber de criticar tantas veces sea necesaria esa repudiable actitud.
Habría que ver qué pasaría si un periodista o comentarista deportivo se inspira en la convocatoria que hizo Miguel Díaz-Canel tras el encuentro con la prensa recientemente donde pidió “criticar lo mal hecho para mejorar los problemas y seguir perfeccionando el sistema”.
No creo que alguien se atreva a cuestionar el por qué sigue el bloqueo casi total de la MLB en la prensa cubana, sobre todo la televisión, y en un supuesto caso que eso pase, tal vez ya venga con la orientación para que poco después se vea el cambio. Algo así como el documental sobre los barrios marginales que salió este lunes en la noche tras siete años de ostracismo, y horas antes y después se sacaban reportajes donde se trabajaba en “mejorar” algunos de ellos después de 62 años de desatención.
El que viva en Cuba y no tenga conexión wifi o de datos, dependerá de que alguien le cuente más detalles que los que podrá ver a duras penas por el canal de los deportes o algún programa radial del momento decisivo del mejor béisbol del mundo y así vivir desde la distancia física e informativa las proezas de nuestros peloteros.
Es la triste e insólita realidad de un bloqueo a la MLB que no parece tener final, aunque cada día el porciento de los que voten a su favor sea más reducido que el que se discute en la ONU y con el que el gobierno cubano siempre justifica lo que es y lo mucho que se sale de esa incidencia externa.
Ahí incluimos, sin dudas, esto que hoy lo único que hace es destruir más al periodismo y al béisbol de adentro. Ojalá no sea demasiado tarde el día que acaben de darse cuenta que la MLB no es la enemiga ni por asomo de los principales problemas de nuestra pelota, y que con esas decisiones por tratar de parar sueños profesionales y migratorios, por su odio a todo lo que huela a Estados Unido y por tantos prejuicios y oportunismos más, lo único que consiguen es quitarle el orgullo de niños, jóvenes y el resto del pueblo por su pelota y por héroes deportivos como Gurriel, Pito, Arozarena, Iglesias, Yordan, Luis Robert, Chapman o Adolis, para entregárselo en bandeja de plata a todos esos ídolos y deportes que nada tienen que ver con la cultura cubana y la patria en general. Pero decir eso es ser mercenario y contrarevolucionario, mientras los decisores siguen atentando “indirectamente” contra lo que ellos mismos aprobaron como patrimonio, infringiendo así más elemental de su publicitado concepto de Revolución de “cambiar todo lo que de debe ser cambiado” (al menos así lo cree la mayoría de los fanáticos), y mientras que a su vez, sus voceros publicitarios del deporte siguen sin rebatir ninguna orientación ni línea editorial porque le pagan por cumplirlas aunque vayan totalmente en contra de su opinión.
Claro que al margen de todo esto del otro lado también todo seguirá igual. Los peloteros protagonizando nuevas hazañas sobre el terreno, la prensa “independiente” y norteamericana supliendo a la oficialista, y los afortunados con cable o internet disfrutando del orgullo que unos pocos nos quieren quitar. Algo es algo, está claro y es mucho mejor que nada, pero el fenómeno seguirá siendo injusto, discriminatorio y hasta antipatriótico.