Por Juan Páez
En 1969, el béisbol era muy diferente. Las reglas, la manera de jugar, las estadísticas que se tomaban en cuenta e incluso la manera de distribuir los premios era otra. Hacían apenas tres años que el Cy Young dejó de entregarse en una sola liga, luego de que Sandy Koufax lo ganara por tercera vez en su carrera (1966), cuando Mike Cuéllar abrió el camino para los latinos, tras una excelente temporada con los Orioles de Baltimore, donde compartió el galardón con Denny McLain, de los Tigres de Detroit.
Aquel fue la primera y única distinción de esa clase para un lanzador cubano. Pero, a la larga, fue mucho más que eso. Aquel nombramiento de Cuéllar como el mejor pitcher de la Liga Americana, en compañía de McLain, les abrió las puertas a los otros seis latinoamericanos que estaban por ganarlo. Sí, hasta antes de ese año, ningún serpentinero nacido en la región había alzado el Cy Young.
Después de Cuéllar, pasaron 12 años para que otro latino obtuviera el trofeo. Fue Fernando Valenzuela, en la Liga Nacional en 1981,para iniciar la recordada fernandomanía. El mexicano, quien incluso ganó el Novato del Año y fue quinto en la votación al Jugador Más Valioso, superó en los comicios a leyendas de la talla de Tom Seaver, Steve Carlton y Nolan Ryan.
A Valenzuela, con zafra de ocho blanqueos en 25 aperturas, le siguió Willie Hernández, que cerraba juegos para los Tigres de Detroit en 1984. En aquel año, el puertorriqueño tuvo una de las campañas más esplendorosas para cualquier cerrador en la historia: dejó efectividad de 1.92 en 80 compromisos, tiró 140.1 entradas, salvó 32 juegos y también fue el MVP del joven circuito.
El reinado
Después de Hernández, los latinos tuvieron a su máximo ganador, pues comenzó la hegemonía de Pedro Martínez, quien lo ganó tres veces en cuatro años entre 1997 y 2000. Su primera corona llegó con los desaparecidos Expos de Montreal, con una joya de torneo: récord de 17-8, 305 ponches y efectividad de 1.90.
Posteriormente, pasó a los Medias Rojas de Boston y allí le dio continuidad a su régimen sobre el montículo. En 1999, ganó 23 duelos y perdió solamente cuatro, abanicó a 313 rivales y registró promedio de carreras limpias permitidas de apenas 2.07 para obtener su segundo Cy Young.
El dominicano remató al año siguiente, también con los patirrojos. Dejó foja de 18-6, con 1.74 de efectividad y 284 contrarios retirados por la vía del tercer strike. Ese lapso de cuatro años es una de las más grandes razones por las que terminó con una placa en el Salón de la Fama de las Mayores. Martínez, además de comandar a los latinos, está en un selecto grupo de 10 serpentineros en conquistar el galardón en tres o más oportunidades.
Los demás
En la temporada 2004, un venezolano emergió hacia el éxito. Johan Santana deslumbró con los Mellizos de Minnesota, se sumó a esta lista de latinos, y, en una campaña en la que por poco conquista la triple corona, se convirtió en el primer lanzador nacido en Venezuela en recibir este premio. El Gocho ponchó a 265 hombres, terminó con 2.61 de efectividad y ganó 20 juegos (con seis derrotas).
En el torneo siguiente, en 2005, Bartolo Colón le arrebató la distinción a Santana. El quisqueyano terminó con balance de 21-8, 3.48 de PCL y 157 abanicados.
Pero quien lo ganó en 2004, lo volvió a alzar en 2006. Santana dominó de nuevo el nuevo circuito para llevarse el premio a casa por segunda vez en su trayectoria.
Por último, Félix Hernández lo obtuvo en 2010, año en el que se generó un gran debate en la opinión pública debido a que el Rey no contaba con demasiadas victorias.
Fue un récord de 13-12, efectividad de 2.27 y 232 ponches en 249.2 innings los que le dieron el Cy Young.
En total, son siete latinoamericanos que han conquistado el prestigioso trofeo y solo dos de ellos lo hicieron en más de una ocasión. ¿Quién podría ser el próximo? Que empiece el juego.