Cuando se hacen encuestas sobre los mejores jugadores que han pasado por los diamantes nacionales, hay un hombre que aparece en todas y cada una de las listas: se trata de Luis Giraldo Casanova, el número ‘14’ de las novenas pinareñas.
Mi amigo personal, Luis Giraldo Casanova fue un pelotero de cinco herramientas que si no tiene números aún más impactantes, se debe a que nunca fue muy dado a consagrarse 24×24 al béisbol.
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“Si yo hubiera sido un pelotero que se cuidaba día y noche, habría pasado de 400 jonrones. De eso estoy seguro. Pero habría tenido que meterme a monje y yo no tengo nada que ver con eso”, me dijo entre risas durante una entrevista que le hice para “El Franc0tirador” de Cibercuba.
A pesar de que él lo niega, son decenas las leyendas que hablan de un Luis Giraldo Casanova pasado de tragos sonando batazos de todas dimensiones ante pitchers de calidad probada. “Eso es comentario de la gente”, me ha dicho el ‘Señor Pelotero’. “Yo me daba mis tragos por el día, pero en la noche estaba listo para jugar”.
El asunto es que era un bateador temible, y que los lanzadores le temían. “¿Tú no tenías puntos débiles en home?”, le pregunté una vez, y soltó una respuesta que parecía tener engatillada: “Puntos débiles tienen todos los bateadores, pero al pitcher le toca descubrirlos. Y conmigo no era fácil hacerlo, porque era yo quien los estudiaba mucho a ellos”.
La bonhomía de Luis Giraldo Casanova
Luis Giraldo Casanova pasó por el béisbol cubano con la fuerza de una tromba, pero jamás tuvo detractores. Caballero entre los caballeros, paseó su bonhomía por todo el país, y todos los estadios lo respetaron y quisieron. Tan ejemplar era su comportamiento, que tan solo una vez lo expulsaron del terreno. Esta es la historia como me la narró él mismo en el espacio referido anteriormente.
“Durante la Serie Selectiva de 1981, estábamos afuera del estadio pinareño conversando con el equipo de Las Villas y yo me puse a mortificar a Pedro Jova diciéndole: ‘Tú siempre nos echas a perder los partidos; le voy a decir al pitcher mío que te dé un pelotazo para sacarte del juego’. Entonces el lanzador Octavio Gálvez, que me había oído, salta y me dice: ‘Y si yo pitcheo te voy a dar dos pelotazos’. ‘No digas eso, le respondí, porque si sucede me voy a molestar convencido de que lo hiciste intencionalmente. Lo que le estoy diciendo a Jova es una jocosidad’. Y bueno, resultó ser que lo pusieron de relevo para trabajarme a mí”.
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En el quinto envío hacia el plato, Gálvez incrustó la pelota en la anatomía de Luis Giraldo Casanova, quien perdió de inmediato los estribos.
“Salí caminando para arriba de él, que se empezó a remangar la enguatada. Fíjate tú, después de que me dio el pelotazo iba a guapearme… Eso me puso peor aún. Entonces el árbitro (José Ramón Véliz) tuvo que meterse, lo expulsó a él y a mí me dijo: ‘Casanova, por el gesto que hiciste tengo que botarte también’. Yo le contesté: ‘Tranquilo, que voy para el dugout y salgo enseguida’. Y esa fue la única vez que me expulsaron de un juego de pelota”.
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