Por Daniel Palacios
Si hay algo que nos ha caracterizado a los cubanos desde que nuestra amada tierra se convirtió en República en 1902 (le otorgo un plazo de consolidación de 28 años desde el primer juego en el Palmar de Junco en 1874) es que el beisbol forma parte indisoluble de lo que somos como tierra, como portadores de una idiosincracia única, algo que va en nuestro ADN.
Desde nuestras guerras de independencia del siglo XIX, la pelota ha sido un elemento indisoluble de la cultura cubana y, de igual manera que disfrutamos un bembé en un solar, derrochamos adrenalina al gritar un jonrón o decirle hasta ‘alma mía’ al contrario desde las gradas.
Dudo mucho que haya momentos en la vida del cubano que lo haya hecho explotar de orgullo más que los títulos del Equipo Cuba, o que los jonrones de Marquetti en NIcaragua 1972 y en el “Latino” en el 86, que cada oro olímpico y mundial, que el bambinazo de Gurriel en Parma 88, que el batazo al derecho de Vargas en ese mismo torneo, que el oro en los Panamericanos de Winnipeg 1999, que el segundo puesto en el Clásico Mundial 2006…y no sigo porque esto sería interminable.
Una frase de un buen amigo italiano resume lo que es la pelota para nosotros los cubanos: “es como un color más de su bandera”.
Pero, lamentablemente, ha surgido cada vez más fuerte una pregunta que, al ,menos a mí, me martilla la cabeza desde hace rato: sufre nuestra pelota una crisis de identidad? Si!!! No pretendo hacer un análisis socio-cultural de los factores por los cuales esa gran estatua cultural se ha carcomido, porque estaría visitando lugares manidos y puntos ya analizados. Saltarán a la vista las ya socorridas frases de “es el reflejo de la sociedad”, “ya no es ni la sombra”… todas muy válidas y ciertas.
Ya sabemos que la desastrosa situación política cubana desde el 2008 hasta la fecha (ya lo era desde 1959, pero intento marcar un punto de inflexión que marcó la caída libre de nuestro pasatiempo nacional) disparó a niveles apocalípticos las pésimas decisiones, las salidas de peloteros a buscar otros horizontes, la corruptela en la Federación Cubana de Béisbol y el empoderamiento paulatino del fútbol internacional. Esas, aumentadas por las denigrantes condiciones de vida de nuestros peloteros, la mítica consolidación (yo diría diabólica) de Higinio Vélez al frente de la FCB, y otro centenar más de razones, le han “serruchado el piso” a esa parte tan importante de nuestra nacionalidad.
Pero bien, mucho se ha hablado de esto, lo que les propongo, a modo de ruego si así lo prefieren, es no claudicar en nuestro amor y furia por la pelota cubana. No perdamos el enfoque, estos son tiempos complicados para la calidad de nuestra Serie Nacional y por ende para la selección cubana.
Es normal que nos frustremos al ver que ya no somos esta potencia innegable e invencible, y que el equipo Cuba nos está poniendo a prueba la fidelidad con su debilitamiento (culpa directa de quienes dirigen la pelota y el país), pero el béisbol en nuestra Isla es mucho más grande que eso…es un color más de nuestra bandera!!!!
La muerte de la pelota en Cuba la marcamos los que la amamos si la dejamos al pairo hoy cuando más nos necesita. Si nos cansamos y adoptamos a los Messi y Cristiano Ronaldo como nuestros nuevos ídolos (ojo, cada cual es libre de hacerlo y no hay nada despreciable en eso) en vez de poner nuestra mira en esos que triunfan en la MLB, con nuestra sangre, con nuestra identidad y nuestra pelota como bandera, no van a ser los dirigentes que hacen todo para matarla los reponsables de que se destruya…seremos nosotros por virar la cara.
No es una cruzada contra el fútbol, nada más lejos, pues es una excelentísima opción para disfrutar de calidad élite, es un deporte universal. Pero no es lo mismo disfrutar y seguir un deporte, que vivir, sentir, amar y padecer una parte de nuestra nacionalidad….hay una gran diferencia.
La pelota cubana se ha hecho cada vez más internacional gracias a aquellos que ayer y hoy han acaparado titulares en la MLB y otras ligas prestigiosas del mundo. No es por gusto que en el sur de Chicago adoren a Minnie Miñoso, “Pito” Abreu, Yohan Moncada o Luis Robert. No es casualidad que Orlando “El Duque” Hernández esté entre lo más querido de los Yankees de Nueva York. No fue regalado el prestigio de Tony Pérez, Luis Tiant, Bert Campaneris, Martín Dihigo, Mike Cuéllar, Rey Ordoñez, Tony Oliva, Camilo Pascual, Aroldis Chapman, Yuli y Yunito Gurriel, Yasmani Grandal, Yasiel Puig, Yoenis Céspedes…..vamos, que hay un arsenal!!!
Si lo que necesitamos es seguir a los mejores, en la MLB hay decenas para hacerlo, mientras llenamos los estadios en Cuba y apoyamos a los jóvenes que están saliendo ahora y la tradición de cada equipo.
Esta mala racha de pusilánimes que por “mandato divino” dirigen la pelota en Cuba va a pasar, y ya está más cerca la transición a una Liga Profesional o la apertura a los cubanos en MLB.
Recuerden, la pelota es nuestra…. el fracaso es de ellos.