Pinar del Río, a 9 años del título en la Serie de Oro

Kiara Gonzalez

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Por Darien Medina    La noche del 2 de mayo del 2011 en el estadio José Ramón Cepero, el equipo Pinar del Río puso fin a 13 años de espera desde su último título nacional, alcanzado bajo el mando de Alfonso Urquiola, el mismo hombre que en la llamada Serie de Oro conducía nuevamente a…

Por Darien Medina

   La noche del 2 de mayo del 2011 en el estadio José Ramón Cepero, el equipo Pinar del Río puso fin a 13 años de espera desde su último título nacional, alcanzado bajo el mando de Alfonso Urquiola, el mismo hombre que en la llamada Serie de Oro conducía nuevamente a la gloria a un equipo que, fuera de pronóstico, logró alzar el trofeo de la edición 50 del campeonato.

   Desde la misma etapa clasificatoria los pativerdes comenzaban a dar campanadas de sus aspiraciones, al terminar en el segundo puesto de Occidente con balance de 50 victorias y 39 derrotas, solo por detrás de Cienfuegos que acaparó el liderazgo de juegos ganados entre las dos zonas con 59.

   Para este resultado pinareño varios nombres fueron clave. Donal Duarte con un promedio ofensivo de 356, líder dentro del equipo en ese departamento y además con 21 cuadrangulares; la misma cantidad de William Saavedra máximo empujador del conjunto con 91.

   Otros jugadores de gran aporte fueron Yosvani Peraza con 20 cuadrangulares y 56 empujadas, Lorenzo Quintana con promedio ofensivo de 326 y Mijail Rivera, quien bateo para 318 impulsando 56 anotaciones.

   La figura de Yosvani Torres fue primordial en el staff de pitcheo pinareño desde el propio comienzo, con 10 juegos triunfos, incluidas dos lechadas, 73 ponches propinados, tres partidos completados y además 4.01 como promedio de carreras limpias.

   Destacaron también sobre la lomita Vladimir Baños, Jesús Guerra y Julio Alfredo Martínez.

4tos de final

   La postemporada de los pinareños comenzaba ante el elenco de Sancti Spíritus, equipo que había terminado en la cuarta posición (49-41) y el duelo particular entre ambos concluyó con tres triunfos por bando, lo que avisoraba un playoff parejo.

   Se extendió a cinco desafíos, iniciándose con la derrota de los Vegueros y marcador desproporcionado de 17×7; posteriormente par de victorias consecutivas de los pupilos de Urquiola (7×3 y 3×1) ponía a los Gallos contra la pared que extendieron a un 5to partido luego de emparejar las acciones tras la victoria de 13×1 en el cuarto enfrentamiento.

   El duelo definitorio nada tendría que ver con el anterior, Pinar del Río se llevaba la victoria con estrecho marcador de 2×1 y de esa forma pasaba a la semifinal occidental contra los Elefantes de Cienfuegos, victimarios de los Vaqueros de la Habana en cuatro  desafíos.

Semifinal

   Los cienfuegueros alcanzaron  el mayor número de victorias durante toda la campaña y se posicionaban como un fuerte contendiente al título y ante los pinareños, durante la etapa regular, lograron tres victorias y la misma cantidad de derrotas.

   Iniciaron con el pie izquierdo el primer partido al caer derrotados por amplia diferencia de 13×3.

   En el segundo alcanzarían la victoria los sureños con pizarra de 10×6; luego llegarían par de triunfos consecutivos para los pinareños (7×1 y 10×0) que ponían completamente contra la pared a las aspiraciones del equipo más estable de todo el campeonato.

   La victoria de los de la Perla del Sur en el quinto desafío 14×10 levantó las ilusiones de un equipo que regresaba a su estadio. De poco le sirvió estar en casa pues en el sexto juego Pinar del Río rompió todos los pronósticos y con cerrada pizarra de 2×1 certificaron su pase a gran final.

La final

   Tras eliminar a Granma en la otra semifinal, Ciego de Ávila fue el rival de los pinareños. Era la primera vez que los de la tierra de la piña llegaban a la discusión de un título nacional, luego de perecer en el intento varias veces. Mientras, Pinar del Río regresaba a estos escenarios tras tres temporadas de ausencia.

   La lucha se extendió a seis encuentros. Los avileños abrieron con triunfo de 5×3 a la cuenta de Vladimir García, a la vez que el revés lo cargaba Yosvani Torres y el salvamento fue firmado por Yadir Rabí.

   Tras empatar como visitante (4×3) el conjunto de Pinar del Río viajó a su estadio donde encadenaron dos triunfos más, incluyendo un nocaut en ocho entradas con marcador de 14×4 y pizarra de 5×4 en la cuarta jornada.

   Todo parecía estar listo para liquidar la historia y celebrar el título en el quinto juego y en el Capitán San Luis, pero los avileños se impusieron 1×3 y  obligaron a definir el campeonato en sus predios.

   El sexto partido reeditaba los abridores del primer choque de esa fina; volvieron a la lomita de los suspiros Vladimir García y Yosvani Torres pero el desenlace fue diferente al anterior. Pinar del Río se impuso 6×1 en un partido en el que Torres se mostró inmenso y  donde David Castillo con cuadrangular en el octavo capítulo y con un compañero en base decretó la victoria pinareña.

   De esa manera Pinar del Río se convertía en el campeón de la Serie de Oro, un título que tiene un recuerdo especial dentro de la amplia vitrina pinareña. Más allá de los años de espera, los Vegueros sortearon a rivales que siempre en los papeles salieron como favoritos. A su vez, este éxito reafirmaba a Alfonso Urquiola como un manager ganador.

Protagonistas

   El título para Pinar del Río tuvo en Yosvani Torres a su principal protagonista. El derecho pinareño logró seis victorias en toda la postemporada con tres derrotas, promedio de limpias de 3.48. Lanzó cuatro juegos completos y los rivales le batearon para 239.

   A la ofensiva un hombre que se mostró inmenso durante todo el playoff, fue el receptor Lorenzo Quintaba, con un promedio de 423, seis cuadrangulares y 16 carreras empujadas.

  William Saavedra fue otro de los nombres importantes madero en ristre. El inicialista volvió a ser el máximo empujador del equipo en esta fase con 18 anotaciones llevadas al plato, un promedio ofensivo de 355 y seis vuelacercas.   

Ya han pasado nueve años de aquel título de la pelota pinareña, con un alto simbolismo para una tierra que saciaba su sed de triunfos con un baño dorado diferente a los éxitos pasados y a los que están por venir.