Rafael Viñales, el arma secreta, la estrella en el silencio

Por Alexander García Milián

Es una línea larga, tendida entre left y center; Rafael Viñales la sigue, piensa que se va, había aminorado el paso pero acelera al ver que la bola pico junto a la cerca, llega a segunda con un doble, se quita las guantillas, pide tiempo, mira hacia el box, le jodió el juego perfecto a Dany Betancourt.

Ese día la noticia fue el juegazo que tiro Betancourt, el veterano de 38 años pero Viñales amen de ser el aguafiestas de la tarde hizo lo suyo, de hecho casi siempre, de un modo callado, siempre cumple; todos le ponen el ojo a Yosvani Alarcón pero Rafael cumple, se echa muchas veces el equipo encima y pocos se percatan de ello.

Ahora mismo recuerdo aquellos batazos estratosféricos en Matanzas durante el derby de jonrones del 2016; Viñales se imponía como el talento de la receptoría en Cuba, eso parecía, luego cayó, se perdió, Alarcón se había lesionado, el aprovechó, tras el regreso le hicieron un hueco en primera, rindió pero no igual, el descenso fue más notorio.

Estas cuestiones son algo normal en cualquier pelota, más con los jóvenes talentos al debutar, rindes al máximo en una campaña y luego como por arte de magia, vas al suelo; pero Viñales quemado como receptor tras la sanción a Alarcón luego de su bronca con Alexander Rodríguez, Viñales entonces volvió a asumir, se empezó a desgastar y su ofensiva quedó en un plano secundario hasta que en aquellos Play Off de la Serie 57, sus batazos le permitieron regresar al ruedo.

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Es Viñales como discípulo de Danel Castro- es el hombre al que siempre pido consejos- alega en varias entrevistas; Viñales haciendo ajustes, reinventándose, tiene juventud y talento para hacer realidad lo que parecía un día allá en la Atenas de Cuba.

Hoy Viñales la da en el latino, en el Mella, le jode el juego a Betancourt, vuelve a ser imprescindible para Civil; es Viñales el hombre que regresó del frío, como en la novela de le Carre, del frío de la soledad, del hedor a tiempo perdido, regreso y puede que para quedarse.

Nos vemos a la vuelta.

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