Historias beisboleras: Rogers Hornsby y el bateo como un arte

Por Alexander García Milián Cuando en Cuba hablamos de Osmany Urrutia, de Michel Enríquez y Omar Linares, hablamos de maestros en el arte de batear; de hombres dotados de un don especial para pegarle a bola del modo que quisieran, de tipos difíciles que espantaban a cualquier lanzador en el momento de pararse en el […]

Por Alexander García Milián

Cuando en Cuba hablamos de Osmany Urrutia, de Michel Enríquez y Omar Linares, hablamos de maestros en el arte de batear; de hombres dotados de un don especial para pegarle a bola del modo que quisieran, de tipos difíciles que espantaban a cualquier lanzador en el momento de pararse en el home… Cuando hablamos de ellos pensamos en la inmortalidad, pero antes, mucho antes, hubo una historia…

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En el imaginario popular del béisbol, todos reverencian la mítica marca ofensiva de 406 de average, establecida por Ted Williams en 1941 y es que “The Kid”, como era conocido el célebre pelotero, era un maestro en el cajón de bateo.

La memoria impone sus fauces en el tema y el nombre de Ted acapara protagonismo pero la historia de la utópica cifra de 400 de average va más atrás, pues unos 20 años antes de la hazaña de Williams, en 1924, otro fenómeno, Rogers Hornsby, promedió para 424 e implantó un record que aún perdura en los libros.

La hoja de vida de Hornsby va asociada a los Cardenales de San Luis y es digna de un libro. Su historia se cruza con la de muchos estelares en el béisbol, Babe Ruth, Lou Gehrig y otro de los iconos de los Cards, Stan Musial pero Roger, también conocido como El Rajá, trasciende por sí mismo…

Dorados años 20

Cuentan cronistas de la época allá a comienzos del pasado siglo que la impronta de Roger Hornsby no parecía destinada a trascender, pues pocos creyeron en aquel chico algo desgarbado de los Cards que en 1915 debutaba en las Grandes Ligas con mediocre promedio de 246.

Alegan aficionados de aquellos años que finalizada la campaña, Hornsby se dedicó todo el invierno a fortalecer su fuerza y a entrenar con denuedo; los resultados no se hicieron esperar durante la temporada de 1916, 313 de average y 6 jonrones.

Tras una ligera recaída en 1918, Roger Hornsby se autoimpondría otra vez, ya para siempre… a partir de 1920, logro una seguidilla de seis títulos de bateo consecutivos, destacando la temporada de 1921, cuando promedió para 397, liderando igual en slugging, hits, carreras anotadas, impulsadas, dobles y triples.

Primera triple corona

Al día de hoy, ningún historiador entiende por qué no se le concedió el mvp de la temporada 1922 a Rogers Hornsby, pues comandó en average con 401, jonrones con 42 y carreras impulsadas con 152.

Además, Roger mantuvo una racha de 33 juegos consecutivos bateando de hit.

El halo de la injusticia y la polémica siempre rodeo a la figura de Hornsby, quizás la génesis pudiera estar ahí, en esa memorable campaña, donde ganó la primera de las dos triples coronas obtenidas en su carrera.

Histórica Serie Mundial

La nostalgia se impone y cuando los inolvidables años 20 avanzaban en Estados Unidos, Rogers Hornsby era una figura respetada en el béisbol pero ni su rendimiento estratosférico, ni su récord de bateo en 1924, ni su creciente fama, nada se compara con el anillo de Serie Mundial obtenido en 1926 ante los Yankees de Nueva York.

Aquello fue el colofón de su éxito, Babe Ruth se robaba el show, Hornsby quedaba relegado a planos secundarios y en un contexto que anunciaba una posible crisis interna en los Cardenales de San Luis, Roger, fungiendo como manager también, logra el tan ansiado anillo de Serie Mundial, después de un juego siete no apto para cardíacos, cuando Roger tuvo que traer a relevar a Grover Cleveland, en total estado de ebriedad.

A pesar de haber obtenido tan importante triunfo, las discrepancias entre Hornsby y la directiva de los Cards se acrecentaron, hasta la salida del estelar segunda base hacia los Gigantes de Nueva York.

Años finales

Además de su maestría con el bate, Roger Hornsby también es recordado por su carácter franco, elemento este que le granjeó varias disputas y marcó con énfasis su carrera tras su salida de los Cardenales.

Por conflictos con el manager, Hornsby pasa de los Gigantes de Nueva York  a los Bravos de Boston, para luego recalar en los Cachorros de Chicago, elenco con el cual llegaría a otra instancia de Serie Mundial en 1929.

En estos años, Roger siguió siendo determinante a la ofensiva, con rendimientos loables en varias campañas; 361 de average en 1927 y en su última temporada completa, la ya referida de 1929, promedio para 380.

Regreso a casa

En 1933, Hornsby retorna a los Cardenales, otra vez fungiendo como manager y jugador, condición que ostentó hasta 1937, año en el que termina su etapa como atleta activo…

Si algo se puede decir de Roger Hornsby es que fue un símbolo de entrega y pasión por el juego; sin lugar a dudas uno de los íconos en todos los tiempos para San Luis.

Quizás para el aficionado cubano el nombre de Rogers Hornsby le resulte poco conocido pero cuando todos busquen a Ted Williams y su marca de 406, miren más atrás y ahí estará la leyenda de los Cardenales de San Luis.

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