Por Boris Luis Cabrera
Inalcanzables, se hicieron los Leones capitalinos en la tabla de posiciones después de esta jornada de lunes al lograr su victoria número 24 del campeonato. Ya no hay combinación posible donde puedan quedarse fuera de la lucha por uno de los comodines. Lo lograron sin depender de nadie y por sus propios esfuerzos, como debe ser.
Duro ha sido el bregar de la nave azul para llegar hasta aquí. Fuertes corrientes adversas han tenido que enfrentar desde que se dio la voz de Play Ball el pasado 10 de agosto, incluso antes.
Ausencias, escándalos, sorpresas y sanciones; son escollos que han tenido que sortear en esta dura travesía que por momentos parecía la historia de un naufragio inminente. Pero llegaron, supieron alzarse en su grandeza y les han dado a toda su fanaticada el privilegio de ir a apoyarlos en la férrea batalla por uno de los cupos extras para pasar a la siguiente fase del torneo.
De este lunes no podía pasar, la tropa del “Rey” lo sabía y salió al ruedo en busca del zarpazo final y de un suspiro sostenido para descargar tensiones acumuladas.
En la trinchera opuesta, unos Cazadores con vergüenza que no regalaron flechas ni miraron para otro lado, plantaron cara ante su público como si estuvieran discutiendo la corona y eso merece un aplauso y una reverencia.
Dura la porfía en este último desafío. Dos veces los Industriales tomaron el mando por la mínima y dos veces la caballería de ese equipo hundido en la tabla de posiciones los alcanzó en el marcador, pero el destino ya estaba escrito.
Llegó el sexto capítulo, Yamil Rivalta conectó uno de sus dos hits del partido y con dos outs en la pizarra, Jorge Enrique Alomá-quien también ligó un par de indiscutibles en el choque-recibió una base por bolas, para segundos después congestionarse las almohadas con sencillo de Yhosvani Peñalver (su segundo también en el encuentro)
Tenía que ser así, le hubiera faltado algo a la historia si Yordanis Samón, ese que se ha tirado el equipo al hombro en gran parte de la campaña, no tuviera este día el protagonismo que se merece. El cañonazo remolcador de dos carreras que salió de sus muñecas fue tajante y definitorio, esperado y letal.
Aun así, los anfitriones le lograron marcar una más al jovencito Bryan Chi para poner el marcador 4-3, pero este, merecedor también de un capítulo aparte en esas alegrías azules, no necesitó sustitutos y resolvió el solo las ecuaciones que daban la victoria.
Es cierto que la fuerte lluvia apareció otra vez de pronto y privó a los de casa de los dos episodios que les restaban para cambiar la decoración del partido, pero la naturaleza es así, caprichosa e impredecible, y quizás aburrida porque conocía el final, apresuró la función.
Ahora, solo queda esperar por el rival en los comodines, pero según la filosofía y el pensamiento de Rey Vicente Anglada, Industriales no escoge contrarios. Que venga cualquiera. Nos vemos en el estadio.