Por Daniel de Malas / danieldemalas@swingcompleto.com
La vinculación del deporte con la política ha sido una realidad desde el mismo inicio de ambas actividades. La pelota cubana y su relación indisoluble con el gobierno de Fidel Castro, es muestra de ello, al extremo que el fallecido presidente dictaba quien jugaba en el equipo nacional y hasta en ocasiones, cuenta la leyenda, eligió alineaciones.
El béisbol, deporte nacional en Cuba (para el pesar de algunos), ha sido el estandarte del gobierno en la Isla, junto al boxeo y otros deportes élites, y evidencia hay por montones a la largo de nuestra historia reciente.
“Ganarle a los americanos” fue durante mucho tiempo una “orden” para los Equipos Cuba de béisbol, pues además de ser los rivales políticos inmediatos, eran el único equipo (formado por prospectos) que nos daba dolores de cabeza en el terreno de juego. Fenómeno que se vivió durante los años de la llamada “Revolución” Cubana en el siglo pasado y ha ido quedando relativamente olvidado en tiempos recientes, tras la entrada de los profesionales a los eventos internacionales.
Personalmente le pregunté al actual titular de la Federación Cubana de Béisbol, Higinio Vélez, en los pasillos del Estadio Latinoamericano, una de las tantas veces que se sacaron peloteros de la Serie Nacional que se jugaba para enfrentar a un equipo norteamericano (cualquiera) que estaba de visita en la isla, y este me respondió, aludido y a media voz: «Ustedes saben cómo es esto, con los americanos no se puede perder, esa son las ordenes».
Está la catastrófica derrota ante un intratable Ben Sheets y los Estados Unidos por el oro Olímpico de Sidney 2000, juego que sufrió cambios en la alineación y el abridor cubano, horas antes del juego, “por una llamada telefónica desde Cuba”.
¿De Castro? No hay otro sospechoso.
El propio Higinio y el equipo nacional fueron señalados en el Clásico Mundial del 2006 por ser los últimos en entregar el line-up, incluso hacerlo demasiado tarde.
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El lunes 4 de mayo del 2020, sin embargo, la prensa oficialista de la isla ha publicado una entrevista que a pesar de llevar el tono habitual de los medios cubanos, deja claro que Fidel Castro y sus peloteros favoritos eran los que integraban el Equipo Cuba.
La entrevista en cuestión, a Ermidelio Urritia, intenta criticar los fatídicos mecanismos de la Comisión Nacional de béisbol desde la voz del pelotero y expone errores con lo que hemos cargado por décadas y pesan sobre la realidad que vive el béisbol hoy día.
Ermidelio cuenta lo mismo que le pasó (y aun le pasa) a muchos, que a pesar de sus resultados quedan fuera del conjunto de las cuatro letras.
Por suerte para él, Castro estuvo en su camino y le dio el «empujón» necesario.
«Cuando hice preselección por vez primera había nueve jardineros y cuál de todos mejores. Se percibía tirantez», dice Ermidelio.
«En 1987 di seis jonrones en una gira por México, le caí a palos a Cris Carpenter y Jim Abbott en el tope contra Estados Unidos y me dejaron fuera de los Juegos Panamericanos de Indianápolis», comenta el tunero y luego agrega que «en el mundial de 1988 abrí de regular por encima de Lourdes Gourriel y bateando 500 me sentaron y no jugué más hasta que me ponen a reforzar la defensa contra Japón en semifinal y acabé decidiendo el partido en el inning 12 con hit al derecho, nada menos que contra Hideo Nomo».
O sea, Urrutia era de los peloteros que no le “caía” bien a los directivos cubanos, pero fue Castro su salvador y quien lo puso fijo en el equipo nacional.
En esa entrevista, Ermidelio confiesa que «en los Juegos Panamericanos de 1991, sin ser titular di cinco jonrones en dos partidos, incluidos los tres en el juego final contra Puerto Rico. Esa noche el Comandante en Jefe (Fidel Castro) puso el sello cuando me bajó del podio, conversó conmigo y me dio el abrazo, porque ahí estaban locos por botarme. Desde ese momento y hasta los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995 fui regular».
El exjardinero de los Leñadores asegura que «Fidel Castro nos mandaba a buscar cuando él quería. Hablaba siempre de muchos temas. Para nosotros era algo divino, energía positiva si te ponía el brazo por encima».
Pero esa conversación con Urrutia exhibe otros dislates de la época, como cuando a los 32 años le dijeron: «Si quieres salir a jugar afuera (en ligas extranjeras) tienes que retirarte. A los primeros que obligaron a hacerlo fueron a Lázaro Valle, Omar Ajete, Pedro Luis Rodríguez, Luis Ulacia y a mí».
El tunero critica la realidad actual, donde los salarios son iguales para todos, regulares y jugadores de banco, mientras reclama que «el caso de mi hijo Henry fue duro, porque bateando .398, con 13 jonrones y 70 impulsadas lo dejaron fuera de la preselección».
Henry terminó abandonando Cuba y llegó a jugar con los Orioles de Baltimore en la MLB, con mejores resultados en ligas de menor nivel a lo que su padre agrega: «No podemos satanizar a esos muchachos que se han ido. Casi ninguno se fue por problemas políticos y a muchos les troncharon sus carreras aquí por malas decisiones de personas que siguen ahí».
Urrutia terminó su conversación con la prensa cubana afirmando: «Lo digo sin miedo ni resentimiento. Son cosas que duelen y lo sufrí también porque lo poquito que tengo lo logré aunque había gente que no querían mis triunfos. Jamás reclamé algo, solo defender las cuatro letras que son sagradas. De Cuba no me voy nunca».
Básicamente, si Castro no se fija en Ermidelio Urrutia, el expatrullero quizás nunca hubiera salido del banco.
Analizando la realidad de la época, queda claro que quien no fuera de los favoritos de la Comisión, bateara lo que bateara, no hacía el equipo y si encima, no era “bien visto” por el gobernante cubano, pues lo mejor era olvidarse del béisbol y dedicarse a otra cosa.
Finalmente, cabe preguntarse: ¿Cuantos peloteros jamás pasaron por los ojos de Castro y quedaron sin la dicha de que “te pusiera el brazo por encima”?
Sin más por ahora,
Daniel de Malas Andreu
Entrevista del semanario Trabajadores fue usada como referencia de este trabajo