Corría el año 2016, la temporada apenas iniciaba, el almanaque marcaba el 10 de abril y el Turner Field de la ciudad de Atlanta se disponía a albergar el choque de la jornada entre los Bravos y los Cardenales. Unos meses atrás, en julio del 2015, el cubano Héctor Olivera Amaro había sido canjeado desde los Dodgers, organización con la que había firmado un contrato de 62.5 millones de dólares por seis temporadas en el mes de marzo, 28 por el simple hecho de estampar su firma en el papel y tras breves apariciones, las cosas no habían salido según lo esperado.
Su debut en Grandes Ligas se dio en el último mes de la temporada 2015; allí el santiaguero disputó 24 partidos, dejando línea ofensiva de .253/.310/.405/.715 (AVE/OBP/SLG/OPS), con dos bambinazos, 11 remolques, 20 imparables y cuatro anotadas; números, si bien no extraordinarios, pero nada decepcionante para un debutante, aunque en su caso pesaba mucho el costo de su traspaso.
Su rendimiento en los entrenamientos primaverales de 2016 eran esperanzadores, una línea de bateo de miedo, con average de .393, OBP de 406, SLG de 492 y OPS de 898, seis dobletes como extrabases y 20 producidas (12 empujadas y ocho anotadas) en 22 partidos disputados. Todo quedaba listo para el Opening Day.
Tras cuatro salidas al terreno en el mes de abril, con pobre rendimiento ofensivo de dos hits en 11 turnos, una empujada, un boleto y tres ponches recibidos; recibió otro voto de confianza y arrancó como titular ante los Cardenales, como jardinero izquierdo y quinto madero. En el line up lo acompañaba otro cubano, Adonis García, el hermano mayor de la actual estrella de los Rangers, José Adolis García.
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Su primer turno fue fatal, con las bases llenas y un solo out roleteó por segunda en un lance perfecto para el doble play y con él liquidó las posibilidades de un rally para su equipo. Ya en la baja de la cuarta, abriendo entrada, y con el partido 4×1 favorable a los Cardenales, el tricampeón nacional con la Aplanadora Santiaguera le cazó una curva que quedó colgada a 76.4 MPH salida del brazo del derecho Adam Wainwright y roleteó con fuerza pegado a la raya en un lance imposible para el antesalista Matt Carpenter.
La conexión se convertiría en doblete y éste sería el último extrabase de Héctor Olivera en las Grandes Ligas. Minutos después anotaría remolcado por cuadrangular de Drew Stubbs que igualaba las acciones.
Una entrada más tarde, con Nick Markakis en tercera y Adonis García en primera, puso delante a su equipo con un fly bien profundo al jardín izquierdo que sirvió para Markakis pisara el plato con la quinta carrera para los Bravo en el choque; esta sería la última carrera empujada del santiaguero en las mayores.
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Después de poncharse ante el relevista Seunghawan Oh en el lucky seven, le correspondió abrir la novena y lo hizo conectando su último imparable y anotando su última carrera en la MLB. El batazo fue una buena línea por el jardín derecho, como tantas veces lo hizo con sus Avispas y con la selección nacional; minutos después, Erick Aybar lo traería para el plato con rolling por segunda.
De esa manera los Bravos caían 12×7 y seguían sin conocer la victoria en cinco salidas en aquel inicio de temporada. Olivera volvería a vestirse con la franela de los actuales campeones mundiales una vez más, al siguiente día contra los Nats; allí se fue de 4-0, con un ponche; como triste despedida de quien fue uno de los mejores bateadores de las dos primeras décadas del siglo XXI en Series Nacionales. Su slach line concluyó con un pobre .211/.238/.263/.501.
Una acusación de violencia doméstica por parte de su pareja en ese entonces puso fin a su aventura en las Grandes Ligas. En mayo de ese año lo suspendieron por 82 partidos por violar las políticas de conducta fuera del terreno, impuestas por Major League Baseball. Posteriormente, pasó a los Padres de San Diego y fue despedido días después del canje. En mayo de 2017 firmó con los Sugar Land Skeeters de la Atlantic League (circuito independiente) hasta convertirse en agente libre y retirarse del béisbol en noviembre. Con solo 32 años, le puso fin a su lamentable travesía en los terrenos de los Estados Unidos.
A pesar de su decepcionante actuación, muchos lo preferimos recordar como ese gran pelotero que fue en nuestro país; por eso hoy nos montamos en la máquina del tiempo y nos remontamos cinco años atrás, cuando Héctor Olivera vivió su última gran jornada en las Grandes Ligas, un 10 de abril de 2016.
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