Por Alexander García Milián
Cuando mencionamos un nombre, marcamos un sello de identidad, sentamos la impronta de una imagen que dice todo y nada sobre una persona; con Vladimir Baños, las historias van al límite, tocan bien alto, descienden, parece que terminan pero no, siguen tejiendo su curso.
Ahora tras arribar a los 2000 ponches en Series Nacionales, el pinareño trasciende sobre todos los rumores y rozando la veteranía demuestra una vez más ese calado de talento que a veces hizo de aureola divina y en otras lo lleno de falsa grandeza.
Es Vladimir Baños imponiéndose a sus demonios, a todos, al rechazo, al descrédito, a la burla, al ego; al destierro; cuando en Pinar lo dan por muerto, Roger Machado le da vida con los Tigres, lo lleva a una final, Baños se siente persona otra vez, no es como 2007, los años pasaron y el Cuba se le fue, todo se le fue pero regresa y va a la Serie del Caribe y al Clásico.
Entonces en Pinar, las cosas parecían cambiar, no era el Baños de aquel Mundial hace doce años, de aquel juegazo lanzado contra Alemania, no, este Baño llevaba en sí el paso indeleble del tiempo, pero era Baños, dominante, ganador, ya había sido figura junto a Yosvani Torres de aquel último campeonato ganado por los vegueros ante Matanzas.
Es Vladimir Baños, cayendo otra vez, siendo descarte de Urquiola para la Serie del Caribe de 2015, siendo descarte de Urquiola y de muchos en su provincia para las próximas temporadas, hasta el resurgir como avileño.
Hoy es Baños buscando su desagravio, tratando de dictar sentencia y dar lo bueno que le aún le queda; no está de verde, es azul, está en el bando del gran enemigo, del eterno rival pero no importa, la vida sigue, siguen los proyectos, los deseos innatos de llegar un poco más arriba siempre.
La capital siempre le da un tono muy particular a la existencia de la gente, hoy Vladimir Baños es el hombre al seguro de Rey Vicente Anglada, el tipo que debe guiar a la escuadra capitalina a pensar en grande durante esta Serie 59.
Es Baño como el renacido, no a lo di Caprio, a lo Vladimir Baños, cuando lo dan por muerto, cuando lo olvidan, con esa mirada leve, la mirada de un hombre pausado que busca imponerse a costa de lo que sea, así Baños toca la puerta y pide permiso para quedarse.
Nos vemos a la vuelta.