Yandy Díaz tiene lo necesario: ¿Explotará en el 2022?

Daniel De Malas Andreu

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MLB

Por Jesús Alaín Fernández / @JesusLCA2017 En diciembre del 2018 los Rays recibieron en su casa a Yandy Díaz proveniente de los extintos “Indios” (ahora Guardianes) de Cleveland. En el mismo trato la entonces “tribu” envió a Edwin Encarnación hacia la costa oeste (Seattle) y los Rays entregaron a cambio a su prospecto número cinco…

Por Jesús Alaín Fernández / @JesusLCA2017

En diciembre del 2018 los Rays recibieron en su casa a Yandy Díaz proveniente de los extintos “Indios” (ahora Guardianes) de Cleveland. En el mismo trato la entonces “tribu” envió a Edwin Encarnación hacia la costa oeste (Seattle) y los Rays entregaron a cambio a su prospecto número cinco del momento, Jake Bauers.

Una organización como la de los Rays de Tampa que han basado por algunos años ya su éxito en sacar provecho de los cambios y del cultivo de su propia granja algo debieron ver en el cubano para hacer una apuesta tan alta. Yandy, al cierre de su segunda temporada en la MLB (88 juegos en total), tenía un OPS +  para nada ostentoso de 94, o sea, seis puntos por debajo de la media ofensiva de la liga. Un jonrón en 299 comparecencias al plato y 28 empujadas no eran números precisamente alentadores.

Como prueba de la pericia de los scouts y manejadores de los mantarrayas y muy a pesar de las lesiones, Yandy en sus tres temporadas (79, 34 y 134 partidos respectivamente) mejoró su OPS+ hasta un 117, superior en 23 puntos al que mostraba en el momento de su aterrizaje en Tampa. 29 jonrones y 113 RBIs, logrando cerca del 50% en ambos departamentos en la última temporada 2021, también son credenciales suficientes para augurar un buen futuro al nacido en Sagua la Grande, Villa Clara e hijo de Jorge “La Araña” Díaz.

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Por otro lado Yandy es dueño de porcientos de bases por bolas en el 2021 entre los mejores de la liga (el 10% superior) y su rate de ponchados está bien por debajo de la media (15.7%) en la pasada campaña; se ubicó en el 4% mejor (12.3%) en el 2020. A eso le sumamos que su baBIP (promedio de bateo sobre bolas en juego) es de .308 en de por vida (la media de la Liga es de .296 es ese espacio de tiempo) entonces empezamos a encontrar sentido a su llegada y la rentabilidad que ha proporcionado.

En resumen, Yandy es un bateador que se poncha poco, logra muchas bases por bolas (disciplina en el plato) y cuando pone la pelota en movimiento logra embasarse con frecuencia.

Su handicap y, por supuesto, punto para mejorar a corto plazo está en su proyección para conectar con fuerza.

Veremos dos aspectos que Yandy puede trabajar para mejorar su productividad de largo alcance, para lo que sin dudas tiene potencial.

El ángulo de salida medio de las bolas bateados por Yandy es de 3.9 grados. Si lo contrastamos con su compañero de equipo Randy Arozarena (7.7 grados) encontramos una diferencia. Su porciento de bolas bateadas de fly (17.1%) es inferior a la media de las Grandes Ligas (23.4%) lo que trae consigo que aun cuando le pega más fuerte a la bola que el promedio en las Mayores (90.9 de velocidad de salida promedio contra 88.3 la media en la Liga y 43.8% de sus batazos son “Hard Hit”, o sea, con velocidad de salida superior a 95 mph contra el 38.6 de la Liga) su porciento de jonrones sea inferior (2.3% contra el 3.3%).

Yandy, por otro lado, es un bateador de todo el terreno. Incluso su porciento de bateo hacia su mano es solo del 18.5%, muy inferior al 28.7% de la media de la Liga. Incluso cuando en la temporada 2021 ese porciento mejoró (22.7% en el 2021) todavía dista de la media. Y se ve gráficamente que con menos batazos su productividad hacia su mano es muy superior.

En números, halando la pelota, en 174 comparecencias tiene una línea ofensiva de .405/.402/.676 y un OPS de 1.079 que contrasta con el OPS de .765 que exhibe de por vida.

Entonces, resumiendo, dos claves para que el 2022 sea el año de ruptura de Yandy: elevar el swing y  mejorar el ángulo manteniendo la velocidad de salida que logra imprimir a las bolas que salen disparadas de su bate. Ese es el primero.

El segundo, aprovechar esa vista que tiene que lo pone entre los que más bases recibe en las Mayores para que, aun cuando se ponga en conteo con frecuencia, esperar lanzamientos que le permitan halar hacia su mano los batazos y acercarse al 28% que promedian sus compañeros de trabajo. De paso pegar un jonrón cada 15.81 bolas puestas en juego hacia esa zona del terreno en detrimento de las 47.87 bolas necesarias para conseguir uno cuando batea hacia el centro o la banda contraria.

En su primer año elegible para arbitraje salarial el salario del cubano se estima (Spotrac) en los 2.5 millones, que con los ajustes necesarios deberá hacer valer.

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