Por Jerry Díaz/ @Jerryto94
Desde que que en 1961 los autoproclamados paladines del “deporte limpio y amateur” decidieron tener el control sobre todo se comenzaron a difundir maliciosamente mitos acerca del béisbol.
En 1961 Fidel Castro mencionó la famosa frase de “esto es un triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”. Aún nadie me ha explicado cómo es posible que la pelota “libre” sea aquella en la que se expulsa jugadores por tener patillas o se suspende a otros por revisar sus maletines y encontrar 20 dólares.
Más allá de eso, otros bulos y frases difundidas malintencionadamente comenzaron a inundar la prensa oficialista cubana. Frases como “las mal llamadas Grandes Ligas”, “la mal llamada Serie Mundial”, “el deporte rentado y mercantilista”, “los jugadores son mercancía” eran escuchadas y leídas una y otra vez por los fanáticos. De tanto repetir una cosa, aunque falsa, la gente lo acabó creyendo.
Por eso es común encontrar personas que con seguridad afirman que a los cubanos no les permiten jugar en MLB. Según cuentan, los obligan a firmar un papel en el que renuncian a la ciudadanía cubana y jugar por el Equipo Cuba. Esta es otra de las tantas mentiras que inundaron (e inundan) los espacios en donde se (des)informan los fanáticos.
Aprovechando la presencia de un jugador cubano que ha visto acción en el mejor béisbol del mundo le preguntamos sobre el tema en el Show de SwingCompleto. Yasmany Tomás, quien estuvo con Arizona Diamondbacks en MLB.
¿Tú firmaste alguna vez un papel que te prohíbe jugar por Cuba?
“No. Lo que se puede hacer es pedir permiso para jugar el Clásico si tu selección te llama. Me pasó con un compañero en Arizona. Un lanzador venezolano fue llamado y me lo comentó. Eso se habla con el manager y el gerente, te vas con tu plan de entrenamiento y listo. Si el equipo se rige por lo que dice el de MLB pues le permiten llevárselo al torneo. No es una cosa con Cuba, es parejo.”
Como vemos, de primera mano, un protagonista, nos cuenta que es falso ese mito. Jamás firmó nada que le prohibiese jugar por su país y mucho menos renunciar a su nacionalidad. Si usted se creía aquello, ya sabe, es falso.