Por Franco Miguel Alvariño
Como quiera que lo pongan José Barrero significa garantía pura para la defensa de cualquier equipo. Esto no es nuevo, ni mucho menos, desde que comenzó a despuntar en Ligas Menores así lo hizo saber. Ponerle un guante en sus manos sería, metafóricamente, lo mismo que colocarle un imán.
Así llegó a la jornada de este domingo de Grandes Ligas. Los Rojos de Cincinatti recibían a los Marlins de Miami. Sobre la lomita trabajaba el también cubano Vladimir Gutiérrez en la parte alta del cuarto capítulo, quien minutos antes permitió la primera carrera de los rivales.
Barrero abrió el partido desde la segunda base, a pesar de que su posición habitual deviene el campo corto. En esa entrada, Lewis Brinson entró a batear con dos outs en la pizarra y corredor en la intermedia. Brinson elevó una conexión a lo corto del jardín central, misma que persiguió “El Fino” hasta darle caza de forma magistral.
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Unos pasos, de espaldas a la jugada, y todo fue mero trámite para el joven talento de los Reds, que recientemente fue promovido al primer equipo de la organización. Luego de pasar la mayoría de la temporada en el circuito de granjas, Barrero regresó al big show con nuevos bríos y ganas de asentarse entre los mejores del mundo en este deporte.
Hasta el cierre del quinto capítulo, Cincinatti disponía de Miami por estrecho margen de 2×1. José Israel, en dos visitas al plato, había fallado par de veces hasta ese momento. Por su parte, desde la lomita de los suspiros, Gutiérrez había tolerado solo tres indiscutibles y una limpia, además de seis ponches, sin bases por bolas.
José Barrero ostenta apenas seis veces al bate en cuatro juegos desde que llegó este año a la MLB. Con par de hits, de ellos un tubey, tiene línea ofensiva de .333/.500/1.000 (AVE/OBP/OPS), aunque estos guarismos no representan nada aún, teniendo en cuenta la poca actividad al bate.