Por SwingCompleto
Derek Jeter ha sido una figura idolatrada por buena parte de la fanaticada mundial por sus resultados deportivos. Sin embargo, el hombre que este miércoles fue exaltado oficialmente al Salón de la Fama de Cooperstown junto al canadiense Larry Walker no ha contado con el mismo respaldo popular desde que está moviendo los hilos en los Marlins de Miami.
Además de la falta de contratación de peloteros con el calibre suficiente para hacer contendiente a los inquilinos del sur de la Florida tras la venta de estrellas como Stanton, Yelich, Gordon, Ozuna y Realmutto, el mítico extorpedero de los Yanquis de Nueva York ha tenido actitudes bastante nefastas que han afectado a cubanos que por mérito propio se ganaron el respeto de millones de fanáticos.
Dos hombres convertidos en leyendas, en fenómenos que trascendieron más allá del contexto beisbolero como Tany Pérez y José Fernández no tuvieron el mejor de los tratos por parte de quien llegara a Cooperstown con el 99.9 % de las boletas a su favor.
Como pasa en todo el mundo, la llegada de un nuevo jefe a un lugar implica grandes cambios que van desde la despedida de personal hasta el acometer iniciativas que sustituyan parte de lo estaba anteriormente cuyo resultado no era favorable. Eso mismo fue lo que empezó a hacer Jeter casi desde su primer minuto como co-propietario de los Peces.
Tany Pérez fue la primera víctima
Más allá de la trascendencia deportiva de nuestro inmortal de Cooperstown, el avileño tenía una función dentro de los Marlins que para Jeter se había convertido en intrascendente e improductiva. Tany y Andre Dawson tenían la misión como leyendas de Grandes Ligas de ayudar en el entrenamiento de los atletas previo y durante la temporada de los floridanos.
Si bien otros entrenadores tenían más responsabilidad y trabajaban mucho más los métodos modernos, el prestigio de estos dos colosos y su extensa relación con la franquicia durante décadas merecía un mejor tratamiento que dejarlos sin salario y sin el oxígeno de mantenerse útiles todavía.
Atanasio Tany Pérez incluso llegó a ser manager interino de los Marlins y su protagonismo como entrenador por muchos años lo hizo merecedor de los anillos de campeón de las Series Mundiales de 1997 y 2003.
En la última entrevista que concedió al colega Yasel Porto el oriundo del antiguo Central Violeta y motor impulsor de aquella mítica “Gran Maquinaria Roja” de Cincinnati, éste se mostró decepcionado por la forma en que fue excluido de la organización, como si fuera un objeto inservible sin ningún tipo de antecedente positivo como jugador y entrenador.
Jeter tampoco creyó en el fenómeno José Fernández
La ciudad de Miami nunca había vivido un ambiente socio-beisbolero que superara en lo individual la figura del lanzador José Fernández. Lo que generó JF16 desde su debut mismo fue tan especial, que nadie recuerda un último funeral tan multitudinario y sentido en la llamada capital del sol después de lo sucedido aquel 25 de septiembre de 2016.
La trágica muerte del carismático y no menos estelar monticulista lo convirtió en un fenómeno todavía más extraordinario para la gente, que le dedicó una pared en las afueras del entonces Marlins Park en la que alrededor de su número a iniciales se dejaron mensajes y dedicatorias a su memoria, con fotos, souvenirs, flores y otros artículos que mantenían vivo su legado.
También dentro del clubhouse de los Peces existía un rincón dedicado a él, que era básicamente la taquilla que utilizó la mayor parte del tiempo y en la que se preservaban muchas de sus pertenencias deportivas.
Pero pocas semanas después de asumir el liderazgo empresarial de la organización, Jeter llamó a la madre de José para pedirle que se llevara todo eso sin dar demasiadas explicaciones. Estaba claro que Jeter no tenía el mismo sentimiento mostrado por el anterior CEO Jeffrey Loria con respecto al Novato del Año de la temporada 2013.
Días después se produciría la otra decisión nefasta del excapitán de los Yanquis sobre José. La famosa columna exterior referida, quizá el sitial histórico más visitado y famoso de todo el estadio, sufrió un cambio sustancial. Se pintó completamente de blanco borrándose todas las dedicatorias escritas con profundo sentimiento de miles de niños y adultos para perpetuar el legado del pelotero que más público arrastró a los juegos del equipo en muchos años. Quizá hasta de su historia.
En lugar del improvisado pero imponente lugar, se instauró una placa en honor del villaclareño, tan diminuta como la cantidad de personas que asistieron a la actividad en la que se develó la obra. Muy pocos fanáticos y periodistas fueron avisados por la dirigencia de los Marlins que evidentemente querían de aquello algo bien sencillo y discreto.
Algunos especulan que Jeter no tenía nada en contra del cubano, sino que la información publicada sobre el accidente acuático de José y sus amigos en la que se hablaba de consumo de drogas pudo ser la razón para que los nuevos jefes de la franquicia trataran de “limpiar” la imagen del club apartando lo más posible los lazos que todavía los mantenían unido a quien se convirtió en una de las estrellas del pitcheo en las Ligas Mayores.
En palabras publicada hace un tiempo por Swing Completo, la madre de José habló con profundo dolor y decepción de la forma que actuó el extraclase extorpedero con respecto a su hijo, a pesar del significado que había tenido para el equipo y su fanaticada.
Poca contratación de cubanos
Desde la entrada de Jeter y el resto de la nueva dirigencia al club del sur de la Florida, la contratación de cubanos ha sido bien limitada sobresaliendo en tal sentido la adquisición de los hermanos Víctor Víctor Mesa y Víctor Mesa Jr., quienes todavía deambulan por las Ligas Menores. El otro conocido que llegó a la organización recientemente fue el receptor Lorenzo Quintana, proveniente de los Astros de Houston.
Esta ha sido otra crítica que pesa sobre los Marlins que si bien ha sido histórica, en la era Jeter se ha profundizado considerablemente.
En realidad, y pese a ser Miami la ciudad a nivel mundial con mayor población de cubanos, la estrategia para aprovechar ese gran núcleo poblacional ha sido nefasta. Es precisamente una de las causas principales, quizá la mayor de todas, de un estadio con poco público más un sentido de pertenencia limitado por parte de los nacidos en la mayor ínsula de la cuenca caribeña.
Ahora mismo lo único que tiene conectado a los Marlins con el béisbol cubano es el homenaje a los Cuban Sugar Kings con un diseño de uniforme que si bien tiene su parecido al que utilizaba aquella franquicia de Bobby Maduro, tiene muchas más diferencias.
Bueno y también la celebración del día de la herencia cubana en un estadio casi vacío, con muy pocos símbolos cubanos puestos en función del homenaje, y la ausencia de peloteros cubanos en activo o retirados en las escasas actividades y el juego. Lo de poner “Patria y Vida” en el box y la pizarra en función de todo lo visto anteriormente creo que quedó más como un compromiso forzado.