La «agresividad» de un pelotero necesario: «El béisbol no es un juego de yaquis”

Daniel De Malas Andreu

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Por Yasel Porto Una cosa es el béisbol caliente, el típico estilo latino de jugar fuerte y con pasión, y otra muy distinta el juego sucio y la guapería callejera que muchas veces trae consecuencias desagradables dentro y sobre todo más allá del terreno deportivo. Entre ambos conceptos y realidades existe una línea muy fina…

Por Yasel Porto

Una cosa es el béisbol caliente, el típico estilo latino de jugar fuerte y con pasión, y otra muy distinta el juego sucio y la guapería callejera que muchas veces trae consecuencias desagradables dentro y sobre todo más allá del terreno deportivo. Entre ambos conceptos y realidades existe una línea muy fina que no pocas veces se confunde.

Ser guapo y jugar pelota con agresividad, aunque a veces se cumplen con la misma persona, no necesariamente están siempre en el mismo equipo.

Así piensa de sí mismo un pelotero santiaguero particular, quizá entre los más complicados que tuvieron los árbitros y hasta sus rivales durante el largo período de tiempo que jugó. Mucho más destacado como bateador de lo que consideran muchos, y también con una importancia espiritual para su equipo que salvo los santiagueros son pocos los que valoran a su real altura.

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En entrevista a la televisión cubana en la que se recogió parte de su trayectoria en el béisbol nacional, el ex primera base de las Avispas Pedro Poll comentó sobre esta cuestión de su carácter que tanta crítica generó especialmente en sus contrarios.

“Yo salía al terreno agresivo porque los problemas los dejaba atrás y me enfocaba en el juego de pelota hasta el noveno inning. Este deporte no es de guapería, pero tiene que jugarse fuerte sin que sea una agresión al contrario ni nada de eso. El béisbol no es para jugarlo como si fuera de yaquis”, comentó.

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“Jugar así fuerte conllevaba a que las cosas me salieran mejor. Cuando yo no salía al terreno con esa energía los mismos compañeros de equipo me lo señalaban, que no me veían como siempre. Los resultados nunca salían bien cuando yo no estaba activo y ese día no bateaba. El mismo Pacheco siempre estaba arriba de mí con eso”.

Con respecto a la incomodidad que mostró varias veces cuando le dieron pelotazo afirmó que “uno pensaba mil cosas pero al final tenía que irme para primera y ya, porque ese es el béisbol también”.

Poll fue uno de los jugadores santiagueros que más veces fue expulsado por discutirle a los árbitros, con dos situaciones bastante famosas por su forma de protestar, por tratarse de una final contra Industriales y el plus de haber sido transmitidas por la televisión.

La vez que le discutió a Nelson Díaz luego de que éste cantara out cuando trataba de llegar safe a la inicial con un roletazo a segunda (2007). Pero, sobre todo, la más trascendente fue después de cantar buena bola a un toque de Juan Padilla el árbitro Germán Águila en las postrimerías del segundo juego de la final, celebrado en el estadio Latinoamericano.

Pedro Poll fue uno de los tantos que protestó duramente contra los árbitros, y propiamente a Águila, pero lo que hizo él fue lo más grave de todo al empujarlo y lanzarle luego su mascotín al cuerpo. Aquello deparó en su salida automática del juego y una sanción posterior que lo sacó del playoff y hasta de la preselección nacional.

Aunque en la entrevista no se profundizó demasiado en el hecho, Poll dejó entre ver su arrepentimiento por aquella indisciplina sin dejar de reconocer que la medida fue bastante dura. Especialmente porque considera que apartarlo del entrenamiento para alguno de los equipos Cuba que se hicieron ese año fue algo demasiado drástico.

Recuerdo una expulsión suya contra Metropolitanos en el estadio Santiago “Changa” Mederos en la que hubo que aguantarlo porque además de la controvertida decisión arbitral fue expulsado sin mucha dilación. No se me olvida cuando conversé con él unos instantes a la salida de la instalación, tratando de calmarlo y de que si bien tenía razón porque había existido injusticia en lo que cantó el árbitro, no valía la pena seguir con una actitud tan fuerte. Primero porque su equipo ganó y sobre todo, porque evitar un agravamiento del problema era lo mejor desde el punto de vista deportivo y hasta civil o personal.

Fue ese día que entendí mejor la filosofía de juego de Poll, esa pasión a veces extrema por el deporte y por su equipo que desde la distancia podía ser interpretada como pesadez y guapería. Hoy sigue siendo la opinión quizá de un gran porciento de aficionados y periodistas más allá de Santiago de Cuba.

Este zurdo inicialista tuvo la dicha de formar parte de las dos versiones de la famosa “aplanadora santiaguera”. Y lo hizo como pieza angular en el desempeño de aquellas selecciones que en total se agenciaron seis títulos nacionales, tres con Higinio Vélez (1999-2001) y otros tantos con Antonio Pacheco al frente (2005, 2007 y 2008). En la primera de las victorias en la era del «Capitán de Capitanes» todos recuerdan su hit de oro para dejar al campo a La Habana de forma espectacular.

Es real que en estas dos etapas hubo mejores bateadores que Poll, pero además de su aporte como uno de los más efectivos con hombres en base, no cabe dudas que el espíritu y entrega del oriundo del municipio Mella fue algo que tuvo un impacto psicológico en sus compañeros.

En sus años finales se convirtió en el principal empujador de las Avispas y asumió un mayor liderazgo en todos los sentidos en función de su experiencia y logros acumulados con el tiempo. Después de 2017 decidió acogerse al retiro al cabo de nada menos que 20 años en el máximo nivel.

No son pocos los que extrañan esa fogosidad para hablar desde primera base con su infield y el lanzador, sus celebraciones individuales y por el éxito de su equipo en general, y hasta su rivalidad con el contrario.

Muchos podrán no estar de acuerdo conmigo pero a mi entender peloteros como Pedro Poll hace años que pasaron a la extinción prácticamente. Hoy vemos muchos que cruzan esa línea de lo que es el juego caliente y convierten al béisbol en algo totalmente marginal, vanagloriándose de su guapería más que por amor a la pelota y a su equipo, por puro orgullo personal.

Poll fue otra cosa, nada que ver con lo que vemos en muchos en la actualidad. Su «agresividad» fue algo diferente. Que lo llevó a errar varias veces, está claro, pero también lo hizo mejor pelotero y permitió que cuando él estaba el juego estuviera más cerca de la esencia. Sin los extremos de un lado y del otro que tanto daño hacen en el béisbol y en la vida en general.

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