Por Yasel Porto (colaboración de su proyecto D´Porto Sports)
Voy a empezar señalando que aplaudo el hecho de haber develado una tarja en conmemoración de los 75 años del estadio “Latinoamericano” este 26 de octubre, y que en la actividad participaron casi todas las grandes estrellas habaneras que residen en Cuba. También considero plausible que hayan reconocido a muchos de los trabajadores más destacados de la instalación. Hasta ahí todo ok.
Y no es que siempre haya que buscar un pero, lo que pasa es que al menos yo cuando señalo los errores lo hago no para ganarme unos kilos, sino porque me importa que acabemos de aprender ciertas lecciones pues hay errores que dañan a personas buenas y traen malas consecuencias de manera más colectiva.
Primero están los olvidos de historiadores como Rolando Sánchez, Oscar Fernández y José Antonio Pérez, todos con una obra notable y extensa en sus distintas facetas. Ellos fueron miembros activos del interrumpido proyecto del Salón de la Fama y han tenido importante contribución con la instalación capitalina.
Lo que pasa es que determinados personajes elitistas y muy oportunistas, sobre todo, se han adueñado ahora de ciertos protagonismos para vivir del nombre o del cuento y así mantener esa imagen de “mesías ilustrados” para quienes no conocen lo que hay detrás de esa fachada (me reservo nombres por la ética y el respeto del que ellos adolecen). Lo peor es que se han encargado de apartar del camino de una forma u otra a los citados aquí junto con otros que por mucho tiempo demostraron con hechos altruistas y no con libros y discursos manipuladores, el interés por rescatar y defender la historia de la pelota cubana. Si alguien duda o no está de acuerdo con lo que acabo de exponer, tengo argumentos sobrados para ampliar y muchos ejemplos vividos directamente.
Pero también tengo que hablar de Rodolfo Martínez Antorcha, nada menos que del mismísimo locutor oficial del “Coloso del Cerro”. Con él me encontré de casualidad el jueves confirmándome que no le habían avisado de la actividad a pesar de sus cuatro décadas en una función en la que se ganó el reconocimiento de muchos aficionados y jugadores.
“A mí nadie me dijo nada y actualmente yo soy el trabajador del Latino con más años allí. Hasta reconocieron a personas que han tenido serios problemas. No sé si esa es una señal que no contarán conmigo para la próxima Serie Nacional pero lo cierto es que no creo que eso de no invitarme fuera correcto”, me comentó el jovial veterano de 74 años.
Como tampoco sucedió con la periodista jubilada Julita Osendi. Hoy es parte de la prensa no oficialista, pero en el extenso ayer desarrolló una profunda labor en defensa de ese emblemático lugar que tuvo su colofón con aquel programa homenaje por las siete décadas del estadio.
A eso pudiéramos adicionar que sin pasar todavía ni 24 horas de sepultado un hombre tan legendario dentro y fuera de Cuba como Andrés Ayón faltó un real homenaje a quien vio nacer al entonces Gran Stadium del Cerro, sitio que constituyó su casa principal por hacerse lanzador ahí, más toda la conexión especial en su etapa como entrenador y manager.
Pero además del tema de los excluidos somos muchos insatisfechos con el centro de la actividad como lo fue la tarja que se develó que reconoce el 75 cumpleaños del estadio precisamente en el año de la declaratoria del béisbol como patrimonio cultural de Cuba.
Mas este punto se lo dejo a un total especialista en la materia como lo es el escultor Agustín Hernández Carlos y así me quito de encima a algunos lectores que quieran reprochar mi opinión por carecer de vastos conocimientos en diseño artístico. Y de antemano les aclaro a los que se cuestionen la capacidad y nivel de este hombre, que no solo se trata de quien tuvo a su cargo las placas de la única exaltación oficial al Salón de la Fama del béisbol cubano en el actual siglo, sino que es la misma persona que ha construido monumentos y tarjas en honor a distintos patriotas y fechas. Su obra más reciente fue la restauración de la estatua de bronce de José Martí, réplica de la que se encuentra en Nueva York diseñada por Anna Hyatt.
“Sin ánimos de criticar, no entiendo por qué no buscaron alguien con un mínimo de conocimientos de diseño. Hay gente con mucho talento en este país entre ellos un artista como Reynerio Tamayo que ha demostrado de lo que es capaz de hacer a la hora de fusionar arte y béisbol. Y muchos otros también. La letra no es la adecuada, hay muchos espacios en blanco, logos demasiado grandes y las dimensiones del bateador casi se salen del espacio. Me duele mucho de verdad ver que se dan situaciones como éstas. Con toda la autoridad y moral que me asiste le digo a todos que están haciendo mal cosas, por lo menos en lo que me ataña a mí. No han contado con nadie ni han llamado a muchos que podían hacer algo mejor que lo que se hizo este martes en el Latino. No entiendo por qué ese proceso se hizo así”, me dijo Agustín poco después de salir a la luz pública fotos y videos de esta tarja en una de las entradas del legendario parque beisbolero.
Lo otro que me pregunto es por qué si La Habana ha quitado prácticamente todas sus restricciones no se tuvo la iniciativa de celebrar un partido entre veteranos o incluso frente a los mismos humoristas. Eso se hizo hace unos años y fue recibido de la mejor forma por todo el mundo. Fuera o no el público hubiera sido algo muy positivo.
Y mi otro cuestionamiento es si cuesta tanto trabajo acabar de declarar a este histórico sitio como “Monumento Nacional” de la misma forma que el Palmar de Junco alcanzó la distinción iniciada la década del noventa. Han pasado no sé cuántos aniversarios cerrados y no cerrados, mucha gente hablando del tema por los méritos del lugar y la necesidad de materializar esta acción, y seguimos sin ver tomada una decisión que no cuesta ni un centavo.
Como tampoco requiere de inversiones todo lo dicho anteriormente. Se trata de respeto y de sentido común por encima de todas las cosas.
Yo siento siempre lo que escribo como siempre ha pasado, y eso para mí es lo esencial. Si alguien no cree en mí y hasta me insulta, sinceramente no me preocupa. Cumplo con mi verdad, que no quiere decir que sea absoluta, pero al menos la defiendo con argumentos para referirme a temas que como el “Latino”, me tocan muy de cerca. Porque nací y he vivido a metros de ahí, y también porque mi pasión por el juego se desarrolló en ese mismo sitio en el que mi obra profesional tuvo su mayor protagonismo, entre muchos motivos más que hacen de ese lugar una casa inolvidable que no sé cuándo pueda volver a pisar.
Sé que algunos dirán que el problema fue que se hizo la actividad y tienen razón, pero hasta cierto punto. Mientras sigamos pensando que es más importante hacer, aunque se haga a medias, el béisbol cubano se verá privado de avanzar de verdad. Nunca pediré perfección a nada ni a nadie, porque yo soy el primero que está lejos de cumplir con eso. Pero hay cosas como las que acabo de señalar con las que no me quedaré callado por una cuestión de respeto a quienes se lo ganaron con creces y que este martes 26 de octubre merecieron comerse algo que por desgracia no tuvo todo lo necesario para saber a un verdadero cake.