Por SwingCompleto/ contacto@swingcompleto.com
Desde que el régimen del talibán se apoderara de la capital de Afganistán, Kabul, el terror de millones de personas en ese país asiático ha hecho tomar decisiones radicales a muchos, mientras el deporte ya ha tenido su afectación considerable.
La supresión inmediata del deporte femenino por la ley del talibán, la no asistencia a los Juegos Paralímpicos de recién empiezan en Tokyo y la muerte de un talentoso futbolista de la selección sub20 fueron las primeras incidencias en materia deportiva, pero ahora se suma la fuga más notable de un representante de esta esfera social.
Se trata nada menos que de la capitana de una selección nacional, en este caso Nilofat Gayar.
La líder del equipo afgano de silla de ruedas pudo ser admitida por el club Bidaideak, por lo que salió rápidamente hacia España desde Dubai, capital de Qatar. A este pequeño país del golfo arabico había arribado está semana tras huir de su país de origen en un vuelo militar enviado por el gobierno español con el objetivo de evacuar a ciudadanos afganos con vínculo profesional con el país europeo.
En Bilbao existió un movimiento fuerte que abogó por la salida de la jugadora y su posterior incorporación al club de baloncesto para discapacitadas, lo que permitirá que además de la salvacion de la vida de Nilofat también mantenga su conexión con el deporte y pueda estar ocupada laboralmente en una nación aquejada por el alto índice de desempleo.
La vida de esta mujer es como la de muchas personas afectadas por la guerra de Afganistán y el régimen taliban. Con apenas dos años un misil encontró blanco en su espalda y destrozó su medula espinal, obligandola a usar silla de ruedas para siempre.
Sumamente clave ha sido la gestión de Txema Alonso, presidente del Bidaideak Bilbao de baloncesto en silla de ruedas, quien al enterarse de la situación con la Gayar decidió dar el paso al frente de conjunto con la directiva de su club.
“No puedo salir y sé que no estoy segura aquí. Los talibanes me matarán. No les gustan las mujeres como yo. Tengo miedo porque hasta hace 20 años ellos gobernaban Afganistán, y fue entonces cuando me hirieron y quedé en sillas de ruedas” fue el mensaje que la joven emitió al periodista Antonio Pampliega, un amigo en lo personal que había estado en varias oportunidades en Afganistán. Gracias a él fue que la Federación Española y su colega Paloma del Río vinculada con la Cruz Roja Internacional lograron conocer la delicada situación de Nilofar.
No obstante, el tramite migratorio no fue nada sencillo, y fueron horas de tensión e incertidumbre en las que la jugadora ratificó su temor a quedarse en su país pues ya había recibido los primeros zarpazos del régimen.
Tal vez este caso de Nilofat pueda ser el comienzo de otras compañeras de equipo y deportistas afganas que puedan conseguir algún tipo de salvo conducto y así no ver frenadas sus carreras en el deporte y mejor aún, poner sus vidas a salvo.