El béisbol y su protagonismo dentro de una de las páginas más oscuras de Cuba

Por Yasel Porto (colaboración especial de Dporto Sports)

Este sábado se cumplen 150 años de uno de los sucesos más desgarradores en la historia de Cuba. Sin dudas el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871 es una página tan triste como vil, en la que no existirá jamás ni un ápice de justificación para lo acontecido con esos muchachos.

Aunque no existió un vínculo totalmente directo entre el béisbol y este asesinato llevado a cabo por el cuerpo de voluntarios de La Habana con la complicidad del gobierno español, si hubo una serie de conexiones interesantes que vale la pena sacarse a la luz nuevamente.

Es válido recordar que ya para ese entonces el deporte que los cubanos conocemos como pelota llevaba tiempo de introducido en al menos dos ciudades de la colonia española, La Habana y Matanzas, aunque todavía no se había organizado ningún campeonato oficial. Esto último no sucedería hasta 1878 entre otras cosas por las mismas causas que llevó a la masacre de los estudiantes.

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1-Consecuencia del fusilamiento para el desarrollo del béisbol cubano

Aunque mucho antes de este suceso terrible ya viajaban muchos jóvenes a países como España y Estados Unidos para cursar estudios de enseñanza media y universitaria, el terror se apoderó de un gran número de familias cubanas pertenecientes a la clase media, media alta y superior.

Fue entonces que cientos de muchachos llegaron a disímiles centros estudiantiles de Norteamérica donde no solo se graduaron de diversas carreras sino que también se perfeccionaron en la práctica del béisbol que ya en ese entonces era un fenómeno popular incluyendo el fuerte movimiento universitario.

Con el cese de la Guerra de los Diez Años y la firma del Pacto del Zanjón en 1878 se legalizaron los primeros clubes de béisbol coincidiendo con el retorno a casa de muchos de estos jóvenes ya egresados de las instituciones estadounidenses. Un porciento importante de ellos sería la columna vertebral de los primeros campeonatos celebrados en la Isla.

Salvo los hermanos Guilló, Esteban Bellán y algunos más, todos los jugadores destacados de las campañas iniciales habían estudiado en el país norteño. Incluso más allá de lo cualitativo, en la primera liga de 1878-79 más del 70 % de los participantes habían aprendido a jugar en colegios y universidades de Estados Unidos.

2-Relación de peloteros con alguno de los jóvenes asesinados

Si bien no existen evidencias concretas que alguna de las víctimas haya jugado al béisbol. Lo que sí pasó fue el vínculo familiar de uno de ellos con varios miembros de la liga cubana surgida el 29 de diciembre de 1878.

Uno de esos casos fue el de los hermanos Alfredo y Emilio Laborde, primos de Ángel, quien había estado en el cementerio Espada junto a otros cuatro compañeros de clase.

Alfredo jugó como torpedero en una temporada y luego dirigió al club Carmelina en la temporada de 1886-87. Fue éste un equipo fugaz dentro del béisbol cubano que básicamente pasó a la historia por recibir de la mano del almendarista Carlos Maciá, el primer no hit no run en juegos oficiales. Por cierto que en ese partido también se estableció el récord de la mayor ventaja en campeonatos oficiales de la Isla (38×0).

Con respecto a Emilio tuvo una labor más insignificante, aunque logró jugar un año en el llamado primer premio (era como se le decía a la liga principal) con el club Caridad.

Un primo un poco más lejano de Ángel Laborde fue Eduardo, considerado uno de los empresarios del béisbol cubano más notables del siglo XIX. Entre otros hechos tiene a su haber el gestionar la visita a La Habana del primer club con peloteros de Grandes Ligas (All Americans, 1891).

3-Aporte del juego en uno de los homenajes más importantes a los estudiantes fusilados

Después que Fermín Valdés Domínguez descubrió en una fosa común los restos óseos de sus amigos y compañeros de clase llevó a cabo la iniciativa de construir un panteón adecuado para que los ocho estuviera enterrados allí. Para materializar la obra, que no quedaría en algo tan simple constructivamente hablando, el reconocido médico habanero tuvo que recibir una contribución variada individual y colectivamente. Y en tal sentido el béisbol fue uno de los que aportó a la noble causa.

En aquellos años ochenta era habitual que se efectuaran juegos de beneficencia con el objetivo de recaudar fondos, ya fuera para orfanatos, fiestas, monumentos y luego hasta para la Guerra por la independencia de Cuba.

Fermín aprovechó eso y gestionó junto a influyentes hombres de béisbol de aquella etapa la celebración de un encuentro en el Almendares Park para recolectar dinero. No solo se recaudaba por la taquilla, sino que se hacían premios especiales dentro del estadio los que involucraban incluso a los propios jugadores.

Poco después de aquel encuentro se logró todo lo necesario para materializar el mausoleo en honor a los estudiantes fusilados, el cual se inauguró el 27 de noviembre de 1887 en el cementerio de Colón de la capital cubana. En aquella ceremonia los integrantes del club Fé, uno de los más importantes de aquel tiempo, depositaron una ofrenda floral en el lugar.

Así se resumen estos tres puntos de contexto de un suceso que al cabo de siglo y medio sigue llenando de tristeza e indignación a los cubanos con el deporte que ya desde esa época se había convertido en una de las más reconocidas manifestaciones socio-culturales de Cuba.

Otros hechos sociales y políticos de la Cuba decimonónica tuvieron un vínculo bastante particular con la pelota, pero lógicamente que de eso hablaremos en el momento propicio.

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