Por Yanio Zulueta
No critico el juego fuerte, ¡porque me encanta! No estoy en contra de la rivalidad; pero que sea sana. Sin embargo, lo que sí no tolero —y probablemente usted tampoco— es que la pasión por querer que gane mi equipo se traduzca en acciones ofensivas.
De más estaba sabido que, cuando Erisbel “El Grillo” Arruebarena destrozó la recta de Yudiel Rodríguez en el final del séptimo capítulo este domingo en la sexta y al final decisiva batalla entre Matanzas-Las Tunas, todo estaba decidido.
El jonrón rompió el empate 3×3, puso el desafío 6×3 y dictó sentencia. Entonces, ¿para qué Héctor Castillo se tiró a arrasar con los spikes del intermedista matancero, Aníbal Medina? Todo el que haya jugado pelota alguna vez o, sin haberlo hecho y analice el deslizamiento del jardinero de los Leñadores, sabe que fue intencional. ¿Por qué? Simplemente, y puedes ver el video aquí las veces que desees:
Si te fijas detalladamente, verás que Castillo se deslizó buscando rebasar la base y levantar el pie para “picar” o tener contacto con Medina. Puedes preguntarle a Víctor Mesa, Enriquito Díaz, Eduardo Paret, Carlos Tabares, Luis Ulacia y otros grandes robadores de nuestra pelota doméstica que tuvieron sus distintos deslizamientos para cada acción de estafar almohadillas: Cuando buscas llegar a la base, sabes que ese primer contacto es vital. O sea que, automáticamente, cuando pisas buscas pararte lo más rápido posible para demostrar tu relampagueante llegada. Ese es un detalle. El otro es que, por ende, tú quieres llegar “safe”, ¿no? Claro, no cortar al defensor; en otro hipotético caso diferente al de Castillo.
Por eso, sabes que el defensor no puede bloquear tu llegada, como le hizo el torpedero Yulian Milán a Lisbán Correa en el Juego 5 y decisivo de la reciente serie de cuartos de finales entre Granma e Industriales. ¡No, no puedes! El corredor tiene el derecho, y más en una jugada forzada, de que no le bloqueen la base.
Por eso los fildeadores pisan la punta de la almohadilla, en este caso la de segunda, del otro lado de la base. Y así, intentan capturar el tiro de cualquiera de sus compañeros, dígase antesalista, shortstop, leftfielder o centerfielder, en este caso. Y del otro lado del segundo saco, queda el espacio para la llegada del corredor.
El que primero complete su acción sin pifiar, gana. Y en este caso, Castillo no sólo era out evidente, sino que además, se pasó para cortar a Aníbal Medina con toda sensatez y total presteza.
¿Recuerdas a Lázaro Vargas? En una jugada de colisión bastante parecida, prácticamente acortó su carrera por una lesión que lo sacó de juego a mediados de los años noventa. Ese ejemplo simplemente te lo traigo a colación, para que consideres lo que podría pasar en este tipo de jugadas ofensivas indebidas en este deporte.
Eso, por una parte; por otra, lo peor es la reacción como la que vimos después. Es cierto que Castillo realizó un deslizamiento “antideportivo”, pero Yadir Drake, un pelotero con horas de vuelo en ligas profesionales, no debió empujarlo. Ya Arruebarena había calmado a Castillo, llevándoselo para evitar que su encontronazo con Medina llegara a males mayores. Pero entonces Drake empujó a Castillo y, como era de esperar bajo el calor de una minitrifulca en plena efervescencia, alguien respondió por el banco contrario: fue el jardinero central Yuniesky Larduet.
Les seré sincero, yo pensé que los Alarcón se cogerían la pelea para ellos, sobre todo por su historial de “participación en riñas”. Pero actuaron bien. No se dejaron llevar por el calor del momento e intentaron aplacar; incluso se ve al zurdo de los Cocodrilos, Yoanis Yera, abrazándolo mientras las aguas tomaban su nivel.
Pero Larduet estaba imparable, al igual que Castillo. Y cuando parecía que se lo llevaban, dio la vuelta hasta que golpeó a Drake en el rostro. Drake dijo en su cuenta personal de Facebook, que «respecto a lo ocurrido hoy en el partido, pido una disculpa a mi equipo, la afición y los involucrados en el incidente, no justifico mis actos».
«Estuvo mal mi manera de reaccionar a la situación, es difícil mantener la calma ante una agresión inesperada, pero creo que cualquier jugador saldría a defender a su compañero. Gracias».
También agregó esta nota: «Para los que dicen que me dio en la cara, me dio en el hombro, háganle la revisión a él, hahahahaha».
Al inicio, las palabras de Drake demuestran su humildad, pero al final, intentan diluir esta situación tan seria que pudo provocar males mayores, en el ‘chiste’ de “revísenlo a él”.
Aunque, sí, es cierto: Hay que revisarlos a todos. Todos. Porque, de cualquier manera, todos merecen fuertes sanciones. Y cuando digo todo, incluyo a los árbitros, que nunca intercedieron como debió ser. Si hubieran sido enérgicos, eso no habría pasado. En otras palabras, cabe decir que por suerte la mayoría de los peloteros no guardaban deseos acalorados de caerse a puñetazos.
Y ahora llega el momento de las “posibles sanciones”… ¿Cómo la Comisión Nacional manejará el tema? ¿Sólo pasarán la mano? ¿O harán mantendrán la dureza —y me parece justo, la verdad— con la cual sentenciaron a Lisbán Correa cuando exhibió sus dotes de artes marciales el 24 de septiembre de 2019 en la pelea entre Industriales y Holguín?
Lo cierto es que, para este servidor, lo mínimo que les toca a Yadir Drake, Yuniesky Larduet, Héctor Castillo y Alberto Pablo Civil es la separación por el resto del playoffs. Obviamente, los casos de los tuneros deberían ser estudiados, porque fueron eliminados este domingo.
Pero en esencia, lo importante es que se sea tajante con este tipo de altercados siempre prevenibles si se interfiere a tiempo y los árbitros no le huyen al problema. Por el bien del espectáculo beisbolero y la rivalidad, lo poco que le queda a la actual Serie Nacional cubana, este tipo de show penoso tienen que parar.