Por Reynaldo Cruz
Para los fanáticos del béisbol, el nombre de Industriales inspira una serie de sentimientos positivos y negativos. Para los mayores simpatizantes, la referencia al nombre de los Azules provoca orgullo, admiración, alegría, buenos recuerdos. Para sus detractores, desprecio, antipatía, admiración (sí, también), odio. Y es que los Industriales han sido el equipo al que todos quieren ver ganar o al que todos quieren derrotar.
Entonces, cuando comenzaron a llamarles los Leones de manera “oficial”, comenzó tal vez la forma más directa de atacar la identidad del equipo más histórico de la pelota cubana.
Me explico: la aparición de Leones en el uniforme de los Azules es sin dudas un ataque hacia el nombre de la franquicia. Esto tiene mucho que ver con todos los cambios de estructura que ha habido en la pelota cubana, y a la vez la forma casi tan arbitraria que han tenido los directivos del béisbol cubano de cambiar nombres y distorsionar a capricho la historia de la pelota cubana.
Como bien sabemos, el mote de “Leones”—al cual no me opongo, pues sería igual que llamar a los Yankees Bronx Bombers—hace un guiño a los Leones de La Habana, uno de los cuatro equipos que quedaban en los últimos años de la Liga Profesional Cubana hasta 1960. Igualmente, el color azul fue prácticamente la herencia de los Alacranes de Almendares.
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Cuando se hizo la primera gran expansión de la Serie Nacional, había en Cuba seis provincias. Cada provincia era representada con su nombre por el campeón de la Serie Provincial, y con un nombre alegórico al territorio por una selección de los mejores peloteros entre los municipios que no ganaron. Así surgieron 12 conjuntos distribuidos de la siguiente manera: Pinar del Río, Vegueros, Habana, Industriales, Matanzas, Henequeneros, Las Villas, Azucareros, Camagüey, Granjeros, Oriente y Mineros.
Los Industriales ya estaban desde antes, incluso antes de su participación en la II Serie, cuando comenzaron una cadena de cuatro títulos consecutivos—marca que aún no ha sido rota—bajo las órdenes del popular Ramón Carneado. En la I Serie Nacional, simplemente no llegaron a clasificar, quedando eliminados en la Serie Provincial.
Lo que resulta un poco contradictorio es el hecho de llamar Leones de Industriales a un equipo, cuando, para comenzar, Industriales no es un lugar. Todo se remonta al hecho de que durante años, fueron precisamente los Industriales (y, hasta su desaparición, los Metropolitanos) los únicos con un nombre oficialmente reconocido por los directivos de la Serie Nacional.
Entonces, cuando decidieron finalmente dar apodos a todos los conjuntos de la Serie Nacional, se encontraron ante la disyuntiva de qué hacer con Industriales, y sin pensar que lo más lógico era devolver a los capitalinos el derecho de tener el nombre de su provincia en un uniforme, encasquetaron el nombre de “Leones” en el uniforme alternativo donde otros equipos llevan sus “Vegueros”, o “Cazadores”, o “Huracanes”.
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¿Dónde está el problema? Precisamente en el hecho de que Industriales no es un lugar. Es sencillamente un sobrenombre identificativo en este caso de La Habana. Toda lógica indica que el nombre del equipo debería ser Industriales de La Habana, pues Industriales es el moniker y el lugar, obviamente, la Capital de Todos los Cubanos. Lo que sucedió con esto es que cuando finalmente, siguiendo el ruego de incontables fanáticos y especialistas, decidieron usar uniformes que dijeran Cocodrilos, Leñadores o Cachorros, Industriales iba a quedarse precisamente con el mismo nombre, cuando lo más sensato era poner La Habana en ese uniforme alternativo.
Hay que destacar que ya había dos equipos que al igual que los azules no tenían (y todavía no llevan) el nombre correcto de sus respectivas provincias en su uniforme, y son La Isla y Santiago, pues en el caso del único municipio con equipo en la Serie Nacional el nombre es Isla de la Juventud, y a Santiago le falta “de Cuba” en el uniforme. Así que reprochar a los Industriales porque eran “el único equipo” que no llevaba el nombre de su provincia en el uniforme es algo totalmente sin sentido.
Entonces, ¿cuál sería la solución más sensata para este tema que sin lugar a dudas puede traer mucha más confusión que claridad? Pues es realmente más sencillo de lo que parece, y podemos tranquilamente remontarnos a las Grandes Ligas usando como ejemplos a algunos de los equipos más históricos del Big Show y de Cuba.
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Los New York Yankees hace MUCHO tiempo que no usan otro uniforme. De hecho, la última vez que la palabra Yankees apareció en un jersey de los Mulos del Bronx fue en 1930. Desde entonces, los míticos Yankees han llevado en su uniforme de casa las rayas finas con la NY entrelazada y el gris con el NEW YORK arqueado en el frente.
Por otro lado, desde que aún estaban en Philadelphia y pasando por todo el tiempo que estuvieron en Kansas City, los Oakland Athletics han tenido la presencia de un elefante en su uniforme y su logo. Nunca han sido llamados elefantes, sino Athletics o A’s. La historia de los elefantes se remonta a 1902, cuando John McGraw dijo que el club de Philadelphia tenía “un gran elefante blanco en sus manos.” Desde entonces, el elefante se convirtió en el símbolo de los A’s, y no ha sido abandonado bajo ningún concepto.
Curiosamente, Cienfuegos, que era el único equipo de la Liga Profesional Cubana que no estaba en la capital, llevaba el mismo color verde que los A’s y la misma mascota del Elefante. Esa mascota se recuperó luego de que su logo fuera un camarón en forma de C, y se ha mantenido hasta nuestros días. Sobre el tema podríamos remitirnos a la tesis de maestría de la difunta Darilis Reyes, una excelente periodista y estudiosa de la historia de los Elefantes de Cienfuegos, quien hizo su investigación precisamente lidiando con el tema de la persistencia del Elefante y el color verde en el conjunto sureño luego de décadas sin que Cienfuegos tuviese un conjunto en el máximo nivel cubano.
Lo más correcto en este caso sería mantener SIEMPRE el nombre de Industriales. Ellos son los Yankees de Cuba, y los Yankees solamente llevan NY y New York en sus uniformes. No necesitan más nada que eso, y son además el único equipo de toda la MLB que NUNCA ha llevado el apellido de sus jugadores en los uniformes de visitador o home club. No es arrogancia: todos tienen que conocerlos y punto. Lo mismo sucede con los Industriales: hay que odiarlos o amarlos, pero en todo caso hay que conocerlos.
Para que se entienda lo que significan los Industriales en Cuba: como holguinero hay tres momentos que para mí han marcado la diferencia como fan de los Cachorros. El primero no es el título de 2002, sino cuando se quedaron a un juego de clasificar a los Play Off en la temporada 2013-2014. En ese último partido, los Cachorros cayeron categóricamente ante Villa Clara y mi emoción se debe precisamente a que, estando ya en el terreno tras la derrota, los vítores de “¡Holguín! ¡Holguín! ¡Holguín!” sonaban como si los Cachorros hubiesen ganado el campeonato como en 2002, mi segundo momento favorito con el equipo de mi tierra. Mi tercero fue en otro año de clasificación, 2008-2009, y se debió nada más y nada menos a la barrida 6-0 que le aplicaron a Industriales, con todos los juegos (tres en el Estadio Mayor General Calixto García y tres en el Estadio Latinoamericano) transmitidos por televisión.
Esa es la importancia que tienen los Industriales para Cuba. Hay que verlos ganar o hay que verlos perder, pero todos quieren verlos. Son como los New York Yankees, o los Yomiuri Giants, son el equipo a derrotar, no importa cuán mal estén. Por eso, mantener SIEMPRE el nombre de Industriales en las camisetas, y en su defecto, MUY PUNTAL, el de La Habana sería lo más certero. Y ¿qué hacer con los Leones? Pues lo mismo que los A’s han hecho con sus elefantes: dejarlos en el logo, o en un logo alternativo, o en la manga del uniforme.
Esa sería tal vez la manera de conservar a los Industriales con su identidad, sin que pierdan el sobrenombre de Leones, por el que lo han reconocido en los últimos años. Hacerlo representaría lo mismo que devolverle a Villa Clara su mote de Leopardos, pero esto es material para otra historia.