Por Juan Páez
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Si comparamos las dos divisiones de Jorge Soler en la temporada 2021, podría parecer que hablamos de un jugador distinto. Para el jardinero cubano, su campaña fue parecida a una moneda con sus dos caras: en la primera parte, tuvo una actuación para el olvido con los Reales de Kansas City; en la segunda, se convirtió en una pieza clave de la conquista de la Serie Mundial por los Bravos de Atlanta.
La zafra para el poderoso hombre comenzó con 94 duelos con los monarcas. Era el último año de contrato de Soler con Kansas City y, definitivamente, nada era como quizás Jorge esperaba. En 360 apariciones al plato, el isleño dio solo 59 indiscutibles y tuvo pobres frecuencias de .192/.288/.370, con 97 ponches, 29 extrabases y solo 37 carreras fabricadas. Su OPS de .658 estaba muy lejos de niveles aceptables para un hombre con la capacidad de producción que tiene Soler.
Pero el 30 de julio, pocas horas antes de la fecha y hora límites para cambios directos, todo cambió para el slugger. En los jardines, los Bravos necesitaban cubrir los vacíos del lesionado Ronald Acuña Jr. y del suspendido leñador Marcell Ozuna. Por eso, entre otros jugadores, adquirieron a Soler desde los Reales a cambio de un lanzador relevista de Ligas Menores llamado Kasey Kalich.
Soler hizo clic al instante. Al cabo de sus primeros nueve juegos como figura de Atlanta, tenía tres cuadrangulares, seis empujadas y 11 hits totales en 32 turnos legales, para un promedio con el madero de .344. El patrullero derecho simplemente encontró la consistencia que no consiguió con su antiguo club en 2021.
El isleño, rápidamente, se convirtió en una importante pieza en el rompecabezas del equipo del Tomahawk. En 55 desafíos durante la ronda regular, sacó 14 pelotas del parque, disparó 11 dobles, fabricó 33 rayitas, tomó 29 boletos y se ponchó en 45 ocasiones. Su línea ofensiva ahora sí habló de su calidad en la caja de bateadores: .269/.358/.524, con OPS de .882.
Luego llegó la postemporada, que aunque irónicamente no comenzó de la mejor manera, Soler terminó siendo un bateador invaluable para los Bravos. En la Serie Divisional de la Liga Nacional ante los Cerveceros de Milwaukee, Jorge dio apenas un hit en 11 chances válidos (.091), con cuatro ponches, antes de sufrir COVID-19 y perderse el resto de la serie.
En la siguiente instancia, la Serie de Campeonato contra los Dodgers de Los Ángeles, disputó únicamente dos compromisos y tomó dos turnos. Pero todo estaba servido para la Serie Mundial, la escena que seguramente Soler recordará por el resto de su vida.
En el Clásico de Otoño, jugando ante los Astros de Houston, Soler exhibió lo mejor de su ofensiva para cargar con Atlanta y ganar su segundo anillo de campeón. En seis choques, se fue de 20-6, con doble, tres bombazos, seis remolques, cuatro anotadas, tres boletos y promedios de .300/.391/.800. Así se convirtió en el segundo cubano en la historia en coronarse Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, junto con Liván Hernández.
Para Soler, no fue cómo comenzó, sino cómo terminó. El aporreador redondeó una temporada exitosa para quedar a punto de caramelo para firmar un buen contrato que le asegure los próximos años. Al final, fueron 27 dobles, 27 jonrones y 70 impulsadas en 149 encuentros disputados.