Por Gian Franco Gil
El guante de José “Candelita” Iglesias es de otro planeta. Se mueve a velocidades increíbles. Alcanza bolas difíciles. Incluso, en un solo movimiento, atrapa lanzamientos incómodos y captura a los corredores más escurridizos.
Los aficionados presentes en el PNC Park, estadio de los Piratas de Pittsburg, fueron testigos de la maestría del cubano alrededor de la segunda almohadilla. Las jugadas complicadas parecen ser las preferidas del antillano, pues los outs más complejos concluyen con aparentemente “normalidad”.
Así sucedió en la parte baja de la cuarta entrada, cuando Rodolfo Castro, quien llegó a la inicial por boleto de libre tránsito, salió al robo. Justo antes de que el corredor arrancara rumbo al cojín intermedio, la pizarra exhibía el marcador igualado a una carrera, con un out y otro jugador en la antesala.
En el momento que concluyeron los movimientos de Chad Kuhl, abridor de los Rockies, milisegundos previos a salir la esférica de sus manos, Castro emprendió su arriesgado destino al territorio que defendió el nacido en la Mayor de las Antillas.
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Elias Díaz, receptor de Colorado, disparó con fuerzas hacia la segunda base. El tiro llegó con tiempo, pero fue un poco desviado y obligó a “Candelita” a dar un salto “felino”. El brinco complicó la acción y obligó al torpedero a excederse, mostrando porque obtiene un puesto en cada una de las franquicias a las que llega.
Iglesias inició el choque como séptimo hombre y torpedero en la alineación de los Rockies de Colorado. En tres visitas oficiales al rectángulo de bateo conectó un inatrapable, recibió un boleto de libre tránsito y elevó su promedio ofensivo a .304. A pesar de esa actuación, no pudo evitar la derrota 2×1 de su equipo.
Durante la presente contienda, el número 11 de Colorado acumula 32 partidos en la posición número seis. En esos encuentros ha fildeado 140 batazos y de ellos ha errado en solo cinco oportunidades, para un regular promedio defensivo de .964.