Por Jesús Pérez Vichot (Chuchi)
Es probable que el comisionado de MLB Rob Manfred no reflejara en su rostro lo que realmente estaba sintiendo en su interior, pero lo que ha causado con su sonrisa a la hora de anunciar públicamente que la liga y el sindicato de jugadores no habían llegado a un nuevo acuerdo, es un sentimiento de odio e insatisfacción por parte de los aficionados y todo el personal vinculado con el béisbol de las Grandes Ligas. Pero tampoco podemos ser injustos con Manfred, que lo hayan capturado riéndose en un breve instante no quiere decir que sea el único responsable de este desentendimiento.
Resulta que varios jugadores de MLB se han expresado en las redes sociales en contra del comisionado, como es el caso del lanzador Marcus Stroman (Cubs), que en su cuenta oficial de Twitter escribió refiriéndose a Manfred: «FANS… a este hombre no le importa ninguno de ustedes. ¡Los jugadores están listos para actuar, competir e interactuar con todos ustedes! Sin embargo, Manfred ha estado arruinando nuestro juego mientras hacía de titiritero para los dueños. Es un hecho. ¡Seguimos listos y ansiosos por jugar!» Al parecer, Stroman está deseoso de jugar, de igual manera que otros jugadores. Pero Tony Clark y sus secuaces que han estado presente en las negociaciones tampoco han hecho todo lo posible por llegar a un acuerdo.
No debemos culpar solamente a Manfred, ni mucho menos dejarnos llevar por una fugaz sonrisa que no reflejó para nada el tono de su discurso el pasado martes. Lo que sí es un hecho es la cancelación de las dos primeras series de la temporada regular, que debía comenzar el 31 de marzo. Además, el atraso de los entrenamientos de primavera y el día inaugural pospuesto. Un deporte y liga tan popular y seguida debería tratarse con más respeto y comprensión, me refiero a ambas partes. Los aficionados se sienten defraudados, es incomprensible que aunque estén en todo el derecho de reclamar o exigir mejoras en los términos y contratos, no tengan a la afición beisbolera en el lugar que le corresponde.
Hace menos de tres semanas Manfred había advertido que el resultado iba a ser desastroso… y se cumplió. Los propietarios de equipos no han hecho nada favorable a esta situación, no tienen prisa, pueden asumir el golpe con relativa tranquilidad. Esta novela ha tenido de todo, acción, suspenso, drama y hasta algo de humor negro, pues algunos jugadores han dejado sus impresiones en las redes en forma de burla e ironía, como son los casos de Joey Gallo (Yankees) que se unió a LinkedIn y Bryce Harper (Phillies) que ofreció sus servicios al equipo japonés Yomiuri Giants.
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El sindicato de jugadores justificó su proceder emitiendo un comunicado afirmando que el cierre es «la culminación de un intento de décadas por parte de los propietarios de romper nuestra fraternidad de jugadores. Los jugadores y fanáticos de todo el mundo que aman el béisbol están disgustados, pero lamentablemente no sorprendidos». Si lo interpretamos de esta manera, los únicos culpables de este paro serían Manfred y la MLB, pero no es tan así, ambas partes tienen culpa.
Eduardo Pérez, el hijo del inmortal cubano Tony Pérez es actualmente analista de ESPN y desde mi punto de vista fue más objetivo en sus declaraciones: «Creo que es un gran problema, por los fanáticos más que nada. La huelga de 1994-95 definitivamente dejó una abolladura en muchos fanáticos”. Esta es otra de las interrogantes, la fanaticada también puede agotar su paciencia e incluso reflejar la misma apatía que estuvo presente cuando se reanudaron las acciones luego del paro laboral de 1994.
Es real que no existe un tope salarial formal en la MLB, pero tampoco hay un gasto mínimo por equipo, a diferencia de la NFL, la NHL y la NBA. Los equipos prefieren jugadores más jóvenes y más baratos a los veteranos más costosos. El béisbol es un negocio que muchas veces los aficionados no queremos reconocer. En ocasiones hasta los prospectos candentes se mantienen en las ligas menores para ahorrar dinero y retrasar su eventual elegibilidad para la agencia libre, cuando pueden exigir un gran aumento salarial o irse a otro equipo. Todo esto forma parte de este juego y hay que intentar asimilarlo de la mejor manera posible, aunque sabemos que no es lo más justo o adecuado.
La situación de los jugadores de la MLB no es la misma para todos, los considerados de élite, con grandes contratos, no tienen los mismos problemas de otros que no esperan tener largas carreras al más alto nivel y por tanto «luchan» con todo derecho una mejor bonificación. Están en todo su derecho y esto se entiende, pero no siempre se puede lograr lo que se desea, se debe analizar ambas partes y llegar al mejor acuerdo posible, aunque una de las dos siempre saldrá menos satisfecha de los resultados.
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Pero para todo hay excepciones, como es el caso de uno de los representantes de la MLBPA, el lanzador estrella Max Scherzer, quien acordó un contrato de tres años y $130 millones con New York Mets en noviembre pasado y se queja de que un salario anual de $570,500 es muy poco. Reitero que entiendo el derecho de cada persona a reclamar una mejora, pero el talento no puede ser premiado de igual manera a los que lo poseen limitado. Manfred dijo el martes que la liga ofreció $700,000 y un bono anual para jugadores jóvenes por valor de $30 millones. Lógicamente, no todos pueden recibir las mismas ofertas y esto debe entenderse.
Por el momento solo nos queda cruzar los dedos y esperar que está pesadilla culmine de la mejor manera posible para poder disfrutar nuevamente de la mejor liga de béisbol del mundo. ¿La risa de Manfred? No fue bien mirada, es de esperar, ningún amante de este deporte estaba de ánimos en el momento de su discurso como para asimilar gratamente una sonrisa del mismo, aunque fuera fugaz. Pero tampoco creo que el hombre deseaba haberlo hecho, se le notó exhausto e inconforme en su intervención. Desde mi perspectiva, ambas partes son culpables y la afición es la más perjudicada, no lo duden.