Por Yasel Porto
Ya he escrito en otras ocasiones sobre los daños que ha causado la enfermedad del alcoholismo a peloteros cubanos. Al menos en varias de las historias escritas por mí ha habido un final feliz después de la ayuda recibida por los afectados y sobre todo su fuerza de voluntad para salir de ese gran problema.
Figuras como Jorge Luis Valdés y Lázaro Vargas han sido casos bien connotados por la parte positiva, y ese es camino por el que parece transitar también un compañero de equipo del segundo. Me refiero a un pelotero de gran talento al que lo único que le faltó en su etapa de esplendor fue llegar a la selección nacional.
Se trata del jardinero derecho de Industriales y Ciudad Habana (Selectivas) Luis García Prades, quien viajó hace un tiempo a República Dominicana para llevar a cabo un proceso de rehabilitación a consecuencia de la afección antes mencionada.
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Con el “Fino” conversé este viernes para actualizar su estado de salud actual, así como de la realidad de su hijo José Israel, un pelotero de enormes perspectivas que ya ha jugado par de campañas en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
“Estoy mucho mejor gracias a Dios, casi a punto de terminar este proceso y poder regresar a mi Cuba. Como puedes ver mi boca quedó bastante afectada por el consumo en exceso de alcohol y aquí en Santo Domingo han hecho un trabajo integral conmigo para recuperarme lo más posible”, me comentó el carismático exjugador.
García reconoció el apoyo de su hijo en todo momento, tanto desde el punto de vista económico como emocional. “Con José hablo todos los días por videollamada y para mí eso es muy importante porque es un estímulo grande en este proceso. No podemos vernos porque él está rehabilitándose con Cincinnati y viajar a Dominicana es completamente imposible”, señaló.
El hombre que brilló en la right field de los equipos capitalinos entre finales de los años ochenta y principios de los noventa precisó que se encuentra hace varios meses en tierras quisqueyanas, y la causa fundamental de su viaje fue el poder estar lo más tranquilo posible en todos los sentidos.
“Decidimos venir para acá porque consideramos que el tratamiento sería más cómodo hacerlo acá, pero mi presencia en Dominicana es temporal. Enseguida termine aquí viajaré a La Habana para tratar de insertarme de nuevo en la sociedad y ver si hay algo que puedo hacer con el béisbol”, apuntó Luis.
Muchos señalan que el número 15 capitalino podía haber llegado mucho más lejos dentro del béisbol en función de sus condiciones y a los mismos resultados que iba materializando sobre el terreno. Sin embargo, parte de esos especialistas y compañeros de equipo también reconocen que la disciplina no fue un gran aliado, unido a lesiones que también incidieron negativamente.
Aunque tuvo varias temporadas sobresalientes fue en 1990 cuando logró su rendimiento de élite que casi lo mete en la selección nacional. Ese año fue uno de los líderes ofensivos que llevaron a Ciudad Habana a su único título en Series Selectivas y hubo pocos jardineros que lo superaron.
Luis se caracterizó por ser muy integral ofensiva y defensivamente, además de mucha explosividad sobre el terreno. Podía jugar los tres jardines pero fue en el derecho donde más tiempo estuvo hasta que después de 1993-94 se perdió del máximo nivel cubano hasta una última incursión infructuosa con sus Industriales en 1999-2000.
Además de la situación con el alcoholismo que lo ha golpeado sobre todo en la segunda mitad de su vida, el “Fino” ha tenido que batallar desde su etapa de jugador con la enfermedad de epilepsia. Quizá haya sido el más famoso de los peloteros cubanos que la han padecido, sobre todo cuando le dio una crisis después de llegar a tercera base en un partido que fue televisado para todo el país.
Sobre su hijo José Israel Barrero (lleva ese apellido en honor a su fallecida madre) hay que decir que sus condiciones físicas y talento natural son superiores a su padre a decir de mucha gente, incluido su progenitor. A pesar de no haber rendido al máximo nivel todavía, dentro de los Rojos hay muchas esperanzas que sea una de sus piezas fundamentales en los próximos años.
En 2020 y 2021 su rendimiento todavía no se acercó a lo que muchos consideran él tiene para dar. Durante su debut compiló para .194 en 64 turnos y subió solo un poquito en la pasada temporada (.200 en 50). Todavía no se anotado el primer jonrón y su acumulado de impulsadas es de apenas cinco. El «Finito» ha estado fuera de spring training por temas de lesión.
Volviendo a Luis, éste nos prometió una entrevista próximamente para abordar varios temas importantes vinculados con él y mucho más generales.