Por Alexander García
Recuerdo a Rafael Viñales en aquel Juego de Estrellas en Matanzas, hace como cuatro o cinco años. Lo recuerdo sacando pelotas por encima del techo en el derby de jonrones, con una fuerza descomunal que a todos impresionaba; era lógico pensar que estaba presto a imponerse en nuestro béisbol.
Desde su debut en la pelota cubana en 2011, Viñales llamó la atención por la potencia de su swing, su determinación en el cajón de bateo, la manera en que hacía los ajustes precisos para poder conectar con solidez; todos los elementos refrendaban su evidente talento.
Sí, lectores, todo pintaba bien para el muchacho, llega la Serie 57 y Viñales es elegido como el jugador más valioso, no para hasta la preselección del equipo Cuba, pero hasta ahí.
En un abrir y cerrar de ojos, como si nada, de a poco su huella se fue perdiendo. Si bien es cierto que vivió y ha vivido a la sombra de Alarcón, que en el momento de la famosa sanción suplió con creces la ausencia; si todo eso está ahí en los libros y en la memoria colectiva, Viñales quedó en ilusión: Las Tunas gana la plata, luego el oro, todos miran a Danel, a Johnson, a Larduet, incluso reclaman a Denis Peña en el roster de la Serie del Caribe, pero de Viñales nadie se acuerda.
Ya han pasado tres años y, como el renacido, el nombre de Rafael Viñales vuelve a robarse los titulares, pues en esta Serie 60 que camina hacia el juego 30, va siendo la noticia con sus nueve jonrones y un desborde ofensivo que rememora aquellos primeros pasos del tunero.
Por todas partes se lee o se escucha sobre Viñales; – “…volveré a ser el pelotero de siempre…”-, alega el atleta en una entrevista y además enfatiza sobre su excelente preparación para esta Serie.
Dicen que muchas veces vivimos de viejas añoranzas, reinventamos nuestro presente en función de las sensaciones que el pasado nos dejó y tal vez Viñales esté mostrando con hechos aquello que un día parecía tocar a las puertas de la gloria.
En aquellos playoffs donde Las Tunas ganó plata y oro, recuerdo a Viñales conectar buenos batazos, muchos de ellos decisivos; también lo recuerdo hablar de los consejos que le daba Danel Castro, consejos enfocados sobre todo en cuestiones psicológicas a la hora de batear, en la manera de preparar un turno al madero.
La referencia es necesaria, pues le da todo el crédito al pelotero, lo pone como un atleta enfocado en desarrollar sus habilidades, perfeccionar su técnica para topar el máximo de su rendimiento deportivo y lo visto en esta campaña así lo atestigua.
A sus 28 años, el oriundo del municipio de Manatí, puede estar viviendo su momento dorado, lo tiene todo consigo para establecerse de una vez y por todas en el beisbol cubano. ¡A buena hora! dirán muchos, pues en buena medida, las aspiraciones de los tuneros para esta temporada pasan por el aporte de Rafael Viñales.
Nos vemos a la vuelta.