Por Yasel Porto
Hay atletas que han pasado por las Series Nacionales, en la época que sea, cuyo talento y rendimiento merecieron mucho más de lo que recogieron. Estrellas o grandes, como sea, que tuvieron que luchar para que no les apagaran completamente su brillantez o achicaran su dimensión profesional.
Así pasó hasta ayer mismo con el jardinero avileño Yoelvis Fis, quien oficialmente se retiró del juego activo en una ceremonia que a criterio personal debió ser transmitida en vivo por la televisión. Especialmente cuando fue el duelo del estadio José Ramón Cepero el que siguió Tele Rebelde y por consiguiente su partner Game Time Sport.
Pero igual ese no es el centro de mi artículo, en el cual sobre todo quiero demostrar con hechos por qué creo que este miércoles dijo adiós de forma oficial como atleta de alto rendimiento, una figura estelar de nuestro béisbol. Sin dudas, al menos a mi criterio, uno de los grandes tigres de la historia y de esos jugadores que fueron tan destacados como subvalorados por muchos.
A partir de su temporada de debut en 2000-01 Fis fue evolucionando sus herramientas como bateador y defensor, convirtiéndose a mediados de su primera década de labor en uno de los jardineros más completos de Cuba.
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Pero al avileño le tocó una etapa más que compleja, un fatalismo generacional por la presencia de homólogos de posición que dejaron su rendimiento en un plano secundario. Pero aún así, recuerdo a colegas y este mismo periodista defender en más de una ocasión que por estadísticas y por sus condiciones físicas indiscutibles mereció mejor fortuna.
Uno de los años de más injusticia a mi criterio fue en 2008, año olímpico, cuando casi nadie en su posición superó su integralidad como bateador (.350-22 HR-64 Ci) junto a una defensa de lujo en la que mantuvo a plenitud casi hasta sus finales tres factores tan importantes como brazo, seguridad y desplazamiento.
Desde aquel corte a última hora de aquel grupo que luego ganó en Atenas 2004 fueron muchas las preselecciones y por lo general el desenlace era el regreso a casa o el viaje a un evento de segundo rango con el Cuba B.
Después que se retiraron o partieron a Estados Unidos casi todos los que potenciaron más que al estelar número 13 de los felinos rayados, y ni siquiera manteniendo su rendimiento bastó para ser más considerado. Incluso en un momento en el que equipo llegó a ser mucho más mediático tras su ascenso a una élite gracias a peloteros como él.
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El equipo Cuba fue esquivo para Fis casi todo el tiempo. Contadas excepciones, incluida lógicamente aquella Serie del Caribe de Dominicana, en la que era uno de los lógicos puntales de aquella escuadra reforzada.
Aunque sus capacidades fueron mermando en el último quinquenio todavía fue capaz de rendir como uno de los mejores de su equipo, sobre todo en su capacidad para embasarse y en efectividad con hombres en base.
Habrá quien cuestione la estelaridad de Fis por el nivel del pitcheo cubano. Pero la etapa fundamental de él fue cuando quedaban todavía algunos lanzadores dignos de reconocer por su calidad. En tiempos en los que además, coincidió con muchos que después llegaron y hasta destacaron en Grandes Ligas. Y a varios de ellos el avileño superó en la mayoría de los parámetros de juego.
No voy a entrar ahora en la subjetividad de si pudo jugar o no en la MLB, porque ahí entran a confluir otros elementos. Sin embargo, el mismo scout muy prestigioso que me ha dicho más de una vez que los peloteros se firman por sus herramientas más que por sus estadísticas, varias veces me alertó del enorme potencial del tigre recién retirado.
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Solo él sabe por qué se mantuvo en su tierra mientras muchos de su etapa tomaron otro rumbo. Pese a que haya quienes no coincidan conmigo, es una decisión que merece respeto. Cada quien sabe lo que hace.
La única realidad es que sus resultados son su mejor muestra, junto con sus índices elevados en fuerza, velocidad, defensa y brazo. En 21 campañas conectó 229 cuadrangulares, remolcó mil 12 carreras con mil 665 hits y 947 anotadas. Pese a promedio sobre 300 en la mayoría de sus temporadas su fue el average de por vida algo de resaltar demasiado (.294).
Y a eso sumarle algo tan significado como lo anterior y es su incidencia en lo colectivo dentro de los Tigres. No es que haya que afirmar sin vacilación que sin él Ciego de Ávila no hubiera sido tres veces campeón nacional. Pero le hubiera costado bastante trabajo.
Fis corre el riesgo real de que su figura de ahora en lo adelante sea subvalorada en la mayoría de las cosas, y que su nombre se mencione mucho menos de lo que merece. Ha pasado con otros similares a él, y también porque ha sido la tónica que lo ha acompañó hasta en una ceremonia sin la amplificación suficiente por lo televisión y por las redes sociales.
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Que no haya jugado más en el equipo Cuba porque no quisieron los técnicos o alguien más, y no haya firmado en Grandes Ligas porque no quiso él, no deben condicionar su imagen en el futuro y quitarle sus méritos. Méritos que a mi criterio son bien sólidos para ser más que una estrella invisible como para muchos.
Fotos tomadas del perfil de Facebook de Osvaldo Gutierrez Gomez