Por Alexander García
A simple vista veo el tema como otra de las tantas injusticias cometidas en nuestra pelota. Desde hace varios años en el ambiente beisbolero de la Isla, el nombre de Roger Machado de casualidad es mentado en algún programa o medio informativo.
Cuando recientemente, en Pulso Deportivo, salió un trabajo sobre el estado actual de Roger, pensé que las aguas iban tomando su nivel, pero no, creo que es poco, que todavía no se ha hecho lo necesario para reivindicar su figura a nivel nacional, pues conozco que, en Ciego, Machado es ídolo, Dios mismo como diría un colega y es algo con sentido común, pues realmente el hombre cambió la historia del pasatiempo nacional en ese territorio.
Si en su momento, Roger amen de poseer el talento suficiente para imponerse, tuvo que vivir a la sombra de Ariel Pestano y hasta de Eriel Sánchez, si en su momento fue así y comentaban algunos que iba al Cuba a calentar a los lanzadores, lo cierto es que al día de hoy sus números lo avalan como uno de los mejores de la posición en la historia de las Series Nacionales.
Luego, cuando empezó en funciones de dirección, en un primer momento se barajó la posibilidad de que jugara y dirigiera a la vez, aún tenía para dar, pero no. Todo se disipó como la bruma y Roger Machado rompió el hielo al frente del conjunto avileño.
Todos hablan de la disciplina estricta, de lecciones de modales incluso para entrar a comer, de exigencias con los entrenamientos, desde los más veteranos hasta los que empezaban en los trajines del béisbol; Ciego había tenido buenos equipos y la tarea parecía difícil, casi imposible hasta que después de tanto bregar, Vladimir García volvió los sueños realidad con aquella lechada ante Villa Clara.
En la Serie de Oro, Roger en su primera final enfrentó a Pinar del Río, con Alfonso Urquiola de timonel y aquella fue una partida cerrada a seis juegos. Desde ese instante ya el hombre estaba probado.
Por esos azares del destino, Ciego de Ávila regresó a la final, esta vez ante Industriales y en el mismo Latino comenzó a eslabonar la cadena del éxito en cinco juegos, con un extrainning de leyenda; los rostros de Roger y de Mario Vega abrazados, llorando, lo dicen todo, era el primero y el artífice de aquello estaba ahí dando lecciones de humildad.
Cuando comienza el ascenso de Roger Machado y todos hablaban del equipo Cuba, un hombre como Víctor Mesa se atraviesa en su camino para volverse el centro de todo una vez más, Roger gana dos veces más, llega incluso a discutir una quinta final ante Granma, dirige la selección nacional en los Juegos Panamericanos y en la Serie del Caribe; Víctor es cesado al frente del Cuba, Roger lo sustituye, barre 5-0 a Nicaragua en el tope bilateral, suma puntos en su aval pero toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz y eso parece bastar; al menos a simple vista, sin grandes padrinos ni ínfulas supremas.
Hoy que otra era comienza para los Tigres de Ciego de Ávila, la huella de Roger Machado sigue ahí, pues fue el alma de una forma de jugar béisbol diferente, linda de ver, quizás como la luz al final del túnel y eso por siempre merece los más sentidos aplausos.
Nos vemos a la vuelta.