Por Alexander García
A simple vista, parece una historia triste y pienso que es triste, a veces tiende a otros tonos, a los de una historia simplona y mediocre pero no, es una historia triste la de Ronnier Mustelier.
Y digo Ronnier Mustelier pero pudiera decir tantos otros nombres como Yadil Mujica, Juan Miguel Miranda, Yobal Dueñas; todos cubanos, todos ligados a la órbita de los Yankees de Nueva York, todos muy buenos, buenísimos diría, todos tocados con el halo de la mala suerte, de cierta maldición enclaustrada que emerge en contextos específicos para castigar a determinadas personas.
Hoy es la crónica de Mustelier y entonces, enseguida nos enfocaremos hacia el béisbol mexicano; Tomateros de Culiacán, Guerreros de Oaxaca, creeremos en un primer momento que la carrera del santiaguero queda resumida a sus años en suelo azteca. Unos diez años atrás no era así, más allá, cuando Alex Rodríguez recesa transmisiones con los Bombarderos del Bronx, cuando la plaza en tercera parecía calarle, la gerencia se hace con los servicios de Chase Headley y otra vez Mustelier queda relegado a las Ligas Menores.
En 2011, los Yankees habían contratado a Ronnier, quien había salido de Cuba en 2009, luego de jugar casi 300 partidos en Series Nacionales. Dos años después, tras la lesión de Curtis Granderson, Mustelier pudo optar por un puesto en los Spring Training pero no, a pesar de rendir fue mandado a las Ligas Menores donde compiló 272 de average.
Estimados lectores, cuando hablo de historia triste, lo hago para referirme al hecho de que Mustelier lo tuvo todo, el talento, el rendimiento, las ganas para hacerlo bien, para llegar al primer nivel en MLB, si bien tuvo la oportunidad con los Bravos de Atlanta en 2016, tras descocer la pelota en triple A, con 291 de average durante 117 juegos, si bien fue así, la estadía fue corta tras ser promovido al primer equipo. Mustelier entró el 3 de julio en un partido contra los Marlins y al día siguiente regresó a las Ligas Menores.
Cuando parecía que sus pasos se perdían en la bruma del olvido, Ronnier vuelve a resurgir, llega a México y da cátedra de bateo. Tanto en invierno como en verano el cubano luce a lo grande y muchos juraron que volvería a la MLB pero no, parece haberse conformado.
Si muchos miran a Olivera, a Navas, a Meriño, a José Julio Ruiz y Alexey Bell como los referentes de aquella “Aplanadora” de Santiago de Cuba, la de Antonio Pacheco; si muchos tienen a esos peloteros como figura, Ronnier reclama un puesto, pues fue un primer bate letal, podría haber sido segundo, tercero, cuarto o quinto, lo mismo daba línea entre dos que la perdía de aire entre left y center, allá en el Guillermón Moncada.
Las historias se cuecen y en varias ediciones de la Serie del Caribe, Ronnier, vistiendo la franela de equipos mexicanos, ha enfrentado a las respectivas escuadras cubanas que han estado presentes; amor, odio, resentimiento, pasión, sentimientos encontrados una y otra vez, Mustelier parece que se pierde, su historia ha sido así, de llegar, de caer, de trastabillar, una historia triste pero con ribetes hermosos.
Por ahora, hay momentos en que Ronnier parece que se va pero no, sigue ahí, dando palo. Es él, ya pasando los 35 años es él, pienso que siempre lo ha sido.
Nos vemos a la vuelta.